miércoles, 31 de octubre de 2018

Caleidoscopio de experiencias, Selva Negra

“Te quiero regalar una experiencia”. Esta fue la frase que más escuchaba de mi amiga María, en los días que me refugié en el calor de su familia y su hogar. Y vaya que lo cumplió. En un resumen singular, mi querida anfitriona, me regaló ante todo, la presencia. Luego, el aire más puro y la montaña; conversaciones sobre lo divino y lo enredado-humano; naturaleza diseñada para hacer la vida en la ciudad más amable, y, una visión multi-cultural del arte a través de los tiempos. Me regaló un caleidoscopio de experiencias amorosas.

Octubre 05 al 07, Selva Negra

Caminata a través de los senderos de la Selva Negra. ¡Qué sensación de grandeza e insignificancia de manera simultánea!. Subir, bajar. Ascender, descender. Sentir que se va caminando a un mismo nivel y luego perderse en tanto verde…un verdadero festín a la vista. El comienzo del otoño en los árboles, con mezclas de oro y mostaza. La mirada penetrando copas enteras de las coníferas que son las principales protagonistas. Caminamos pero en ciertos momentos sentí que volaba sobre esa monumental extensión de naturaleza y me volví sus árboles, sus pastos, las hojas. Un derroche de bienestar, un verdadero baño de bosque con sus bondades medicinales. Solo queda la gratitud y la emoción desbordada ante tanta belleza; la de expansión y euforia que es la que me invade cuando estoy ante la perfección del universo y la certeza que mientras respire, hago parte de ella. 










De regreso, paramos en Baden-Baden que me informan es la ciudad de Alemania con más personas millonarias por kilómetro cuadrado. Sensación de caminar por un mundo extraño, después de haber abarcado tanta magia en la Selva Negra. Café más Apelstrudel, me reconecta con la mundana levedad del ser. 








Pasamos por una iglesia donde enciendo una pequeña luz por todas las madres que en este momento estén necesitándola. La enciendo también por la fuerza femenina que une a hijos, hijas y madres. Por todas ellas y sus historias. Las que están por escribirse o las que necesitan re-escribirse o reinterpretarse.



lunes, 29 de octubre de 2018

Para empezar a recordar, mejor caminar (o de la primera visita a Heidelberg)


Octubre 04, 2018

Llegar a una ciudad de la que se tiene una memoria difusa es un poco como despertar de un sueño del que se recuerdan fragmentos inconexos. Así me siento al llegar a Mannheim, tercera ciudad más poblada del estado Baden, Württemberg, Alemania, en la que ya había estado antes, y en la que mi amiga, María y su familia tiene su residencia permanente.

Por esto, toca empezar a reconocerla despacio, poco a poco. Trayendo los tenues recuerdos a un primer plano, surge de manera nítida, la imagen de la ciudad vecina, Heidelberg. Una ciudad reconocida por su belleza, su peculiar arquitectura, por ser hogar de la universidad más antigua de Alemania (1386) con su mismo nombre, que tiene como motto "Semper apertus" o "siempre abierta", y, claro, su castillo insignia que yace en una colina con vista al rio Neckar.


 
No dudo entonces que para recordar a Mannheim debo recordar a Heidelberg y decido empezar el camino de la memoria, a través de una primera excursión por sus calles, para así sintonizar con el ambiente universitario, además de disfrutar del buen clima que hace al momento de mi llegada a comienzos de Octubre. Se supone que el otoño tenía que haber hecho su aparición a lo largo y ancho de la geografía del país, pero no, sigue en un verano eterno que atemoriza a propios y extraños.

Los pasos me van llevando al centro de la ciudad, a las calles empedradas peatonales, a un café que resultó ser de una familia italiana (Italia me viene siguiendo) en el cual escribo mientras tomo el acostumbrado café de la tarde. Y noto que cada vez hay menos carros, menos ruido, más paz y más bicicletas.






Sigo caminando, hasta llegar al puente, el Carl Theodor Old Bridge,  que atraviesa el rio Neckar y de allí, llegar a la otra orilla que ofrece imágenes panorámicas del palacio, parece lo indicado. Me sigo dejando guiar por mi intuición mientras camino, para terminar, en plena plaza central con la alcaldía de fondo, o la Rathaus, florecida.



Cuando emprendo el camino de regreso y desciendo rumbo a Bismarckplatz a tomar el tren de regreso a Mannheim (boleto de tren con opción de transferencia a buses por un día, 6,70 €), ingreso desprevenidamente a la Iglesia de San Pedro, donde encuentro, el escritorio donde las personas le escriben mensajes a Dios o a Jesús dando cuenta de sus obras y pidiendo abundantes bendiciones. No puedo dejar pasar la oportunidad de leer alguno de estos mensajes que está abierto y exhibido.




Oscurece y dejo atrás el husmear los mensajes celestiales, para evitar cualquier “reacción divina" y regreso tranquila, pensando que aunque mi recuerdo de Heidelberg y Mannheim, tiene unas nuevas pinceladas, unas más definitivas, necesito de otras tantas visitas y descubrimientos de lugares para que termine de delinearse. 



Alemania, allá voy!!!!


Escribir mientras se viaja debería ser “like a piece of cake”. Es decir, fácil. Sin embargo, no logro ir llevando el blog actualizado diariamente mientras hago mis descubrimientos en el viaje. Hoy aquí, registrando mis vivencias del 03 al 16 de Octubre y de atrás para adelante – paciencia -,  cuando me decido a seguir intentando poner al día el blog y mientras lo logro, realizo escrituras en paralelo porque las emociones y las reflexiones producidas son muchas e importantes y no quiero perderlas en el transcurso de los tiempos entre estaciones y aeropuertos.

Octubre 16, 2018

Voy en el tren rumbo a aeropuerto de Frankfurt a tomar un vuelo de Lufhtansa, que se convirtió en mi recurso, el último y el más apropiado, para ir a Roma, desde donde debo tomar vuelo para regresar a mi punto de origen de viaje, Colombia. La decisión de comprar un tiquete por esta aerolínea a última hora, ocurrió después de evento, impasse, percance, contraTIEMPO, contraTODO, sucedido por un intento fallido de abordar un bus en Flixbus (empresa de transporte económico en buses que utilizan principalmente los estudiantes) que era mi opción número uno. A pesar de ser un viaje largo en bus - más de 20 horas-tenía la disposición; adicionalmente, estaba también el factor económico que este tipo de transporte terrestre representaba.

Lección aprendida, nota tomada. Ahora lo convierto en consejo: Cuando viajas a lugares en Europa, es mejor decidirte por opciones de movilidad al interior de la comunidad europea, que te generen  tranquilidad así te toque optar por pagar un costo más alto.

Es una lección buena aunque tardía, e igual la agradezco. Y el agradecimiento lo hago extensivo a mis anfitriones quienes en equipo y en familia, se volcaron a ayudarme a encontrar esta solución con Lufhtansa que me dejara tranquila a pesar de que mi presupuesto grite.

Aquí estoy, como decía. Voy en el tren rumbo a aeropuerto de Frankfurt y mientras siento que volamos sobre rieles, y alrededor el paisaje se torna, cada vez más industrial y urbano, pienso en este tiempo en Alemania, como uno de reconexión total.

Me reconecté con una amistad que tenía de mis épocas de trabajar en el sector privado. Esta amiga, ahora ya no es sólo una amiga, sino es una amiga con familia. Me reconecté entonces no a una sola persona sino a un equipo de 3 (y dos gatos) que es fuerte, es poderoso, y que cuando, tú los necesitas, están allí para apoyarte, sonreír, preparar una sopa, hacer una caminata por la montaña, sentarse en torno a una copa de vino y el fuego…Están, sencillamente para ti.

¡Qué regalo de la vida! Un verdadero tesoro que quiero cuidar por siempre.

En las próximas líneas y entradas voy entonces a tratar de comprimir lo que viví del día 03 de Octubre a hoy, Octubre 16. Porque el 03 de Octubre hice mi entrada triunfal al país donde mi amiga con familia, María, ha vivido en los últimos 19 años: Alemania. ALEMANIA, la tierra de la Merkel, la cerveza y el OKTOBERFEST; y yo llegando en pleno Octubre a ella. No puede ser coincidencia. Dicha!!!!!






Sin embargo, mis amigos me comparten que no es nada del otro mundo el tal OKTOBERFEST para ciudades pequeñas e intermedias. Allí la celebración gira en torno a algunos sitios como bares y cafés que se deciden a participar, con oferta de cervezas y platos típicos, a partir de cierta hora del día en adelante. Desilusión!!!







domingo, 28 de octubre de 2018

Un fin de semana en Nápoles y alrededores, última parte


El último día de encuentro con Eli, optamos por aventurarnos a otra excursión: La visita a la zona arqueológica o ruinas de Pompeya, con el volcán Monte Vesubio todavía activo, vigilante. Llegar es sencillo gracias a los trenes regionales que regularmente transitan entre Nápoles y las ruinas. Después de un viaje de cuarenta y cinco minutos estás ingresando a la zona, que te exige una buena caminata, con hidratación constante (hay fuentes de agua en puntos estratégicos) y un recorrido bien estudiado. 

La planeación del recorrido, la definimos rápidamente al tomar unas cervezas y bocadillos, tratando de proyectar cómo podemos realizarlo en el poco tiempo que tenemos, lo que resulta todo un reto porque la extensión de las ruinas que se ve grande en el mapa que proporcionan a los visitantes, es, en realidad inmensa, cuando decides recorrerla.





Ya dentro del área, todo abruma: el tamaño del lugar, ubicar los sitios de interés (la señalización es enredada con respecto al mapa), y empezar a ver cómo quedaron los vestigios y restos tanto materiales como humanos de la ciudad catapultada por la erupción del volcán en el siglo 79 después de Cristo, que dejó a su población convertida en ceniza. 



Los arqueólogos han hecho moldes de los ciudadanos encontrados y realmente, espeluzna, verlos tendidos en una especie de hangar donde los almacenan.

Mi nivel de ignorancia, es grande como vasto es el recorrido, debo admitirlo. Entonces con tranquilidad, me dejo guiar por mi amiga Eli quien además tiene montones de relatos anecdóticos para amenizar nuestro trayecto. Nuestro sentido de orientación termina haciendo el milagro de guiar los pasos y terminar la visita, acaloradas, pero contentas porque vimos la mayoría de los puntos que habíamos acordado.

El fin de semana termina. Al despedirme de Eli me queda la sensación que viajar en modo solo por un tiempo está bien. Sin embargo, viajar con alguien más, con alguien divertido, conocedora de la historia, afín (a ambas nos encanta recorrer los mercados locales y merodear por sus alrededores), compartir la experiencia, convierte el viajar en sí mismo, en algo extraordinario. Hace que las horas vuelen y que las posibilidades de observar, se multipliquen. Además es una excelente manera de recargar baterías para continuar el viaje...te ayuda a poder asimilar los desafíos y vicisitudes que están por allí, aguardando. Namaste Eli.





El espejo, me trajo recuerdos, del celular en la actualidad con sus innumerables selfies, je!

Bien dotados los pompeyanos, se encuentran mil y una referencia al falo.





El fin de semana termina. Al despedirme de Eli me queda la sensación que viajar en modo solo por un tiempo está bien. Sin embargo, viajar con  alguien más, con alguien divertido, conocedora de la historia, afín (a ambas nos encanta curiosear los mercados locales y merodear por sus alrededores; para la muestra unas fotos aquí al final), con alguien con quién compartir la experiencia, convierte el viajar en sí mismo en algo extraordinario. Hace que las horas vuelen y que las posibilidades de observar, se multipliquen. Además de ser una manera  excelente de recargar baterías para continuar el viaje… te ayuda a poder asimilar los desafíos y vicisitudes que están por allí aguardando. Namaste Eli.


Mercado de Puerta Nolana, con su surtido de comida de mar para llevar. Foto: Sandra Erika of course



Una de las imágenes en Nápoles, en cualquier calle





viernes, 26 de octubre de 2018

Un fin de semana en Nápoles y alrededores, parte 2


Nápoles es desorden y caos. Algunas de sus calles, los rincones de los callejones, las escaleras que conectan partes bajas con altas de la ciudad, a veces, parecen lugares por donde no ha pasado alguien del servicio de basuras de la ciudad en meses. Cuando comento esta percepción, Eli me amplía y brinda un dato que ignoraba. Nápoles ha tenido en años recientes, problemas bastante serios, en el tema de disposición y manejo de los desechos y basuras.

Nápoles es arte. La emoción más intensa la tuve ante la escultura de un Cristo descendido de la cruz envuelto en un velo que parece hecho de luz sobre el cuerpo; la obra del escultor Giusseppe San Martino se encuentra en exhibición en la capilla museo de Sansevero. Esta obra, era para mí, la atracción más importante para visitar estando en Nápoles. Un hito del viaje. Y allí, otra vez después de perdernos un poco, estuvimos  haciendo la fila que,  nos permitió disfrutar de la visión magnífica de esta escultura (ingreso 7 €). Valió la pena dar tantas vueltas para encontrar el lugar porque es una obra de gran belleza. Y como siempre me pasa ante lo bello en los museos, mis pies se vuelven pesados como de cemento y me juegan la mala pasada de no poder ni querer avanzar más allá. No permiten tomar fotos en la capilla museo, así, que tienes que aprovechar y mirarla bien, mirarla mucho y llevártela retenida en los ojos para que luego vuelva a aparecer una y otra vez al cerrarlos.

Nápoles y sus alrededores, son naturaleza. La visita a Capri, lo confirma.







Salimos para esta isla de esplendor y contrastes, rodeada de un mar generoso en azules y de un paisaje escarpado, en un ferry (pasaje ida y vuelta, 43 €). Cuando empiezas a recorrerla a pie, después de tomar un teleférico o funicular que te sube a la parte alta de la ciudad, empiezo a sentir que es un destino sofisticado. Las tiendas de los diseñadores de moda están sobre la calle principal y hay personas, vestidas elegantemente, haciendo el shopping a más de 30 grados a la sombra, como si estuvieran en la 5ª avenida de Nueva York . Es también el sitio donde si quieres comer donde las personas locales lo harían, tienes que buscar por los vericuetos en la parte más poblada hasta encontrar, por ejemplo, un pequeño sitio, llamado Capri Pasta, en la Via P. Canale 12, a disfrutar de un bocado o llevarlo para comer en otra parte. El problema es encontrar dónde. Es complicado porque está prohibido que en Capri el turista regular, al que le gusta ser informal, el que se sienta en los andenes o en los muros a tomar un refrigerio, así lo haga. Desentona entre tanta distinción y opulencia. Ja! 

La parte de la playa disponible no luce muy atractiva. En vez de arena blanca, hay piedras. Los vestidos de baño se quedaron sin ser usados. 


Sin embargo, encontramos un club deportivo y acuático, donde las personas mayores, se tienden al sol en sillas de madera, sin ningún temor del cambio climático. Lo que llama la atención es encontrar un mensaje de educación ambiental, relacionado con los materiales y su tiempo de degradación en el planeta, en un rincón de la playa. Contrasta un aviso así, en medio de Capri, al recordar algunos puntos, que lucen como verdaderos basureros, dentro de la ciudad de Nápoles. Continuará.