sábado, 9 de febrero de 2019

Del tamaño de la Greta

"Los adultos se la pasan diciendo se lo debemos a los jóvenes...debemos darles esperanza. Pero yo no quiero su esperanza. Quiero que actúen como si la casa estuviera en llamas. Porque está" .Greta Thunberg.

Inicia Febrero, un mes que significa amor por las celebraciones de San Valentín que se han venido extendiendo desde el país del norte a otros países del mundo. Creo que, por esto, es el mes de las rosas rojas, los chocolates pralines belgas y muchas invitaciones a restaurantes y lugares para sellar lo que cupido ha unido con su flecha.  Cuánta imaginería construída en torno a un músculo que cuando decide parar, nos deja sin pulso y sin días para contar.

Tomada por SandraE of course, en el taller de arte del colegio Montessori en Willington, DE
Corren tiempos de oír noticias calamitosas y de ver situaciones color infamia. El desaliento, la depresión, la incredulidad se exacerban. En ese pequeño nuevo mundo perverso de las redes circulan toneladas de relatos que parecen salidos del boletín de un manicomio. Cuando en dos puntos de la geografía, dos personas totalmente desconocidas, se acercan a mi a través de las redes y me dicen: "No hay noticia buena", concluyo que estamos viviendo una suerte de locura epidémica masiva. A punto de ser pandemia. 

Las señales están en el aire. Son ya tan palpables que hay una tarea urgente e inaplazable: crear una celebración que junte el día de San Lázaro y el de San Valentín. Sin ser creyente ni devota, pero ubicada por los azares en esta geografía Surcreyente, me decido a postular  entonces, el día de Santa Lazentín, la patrona de todas las personas que requieren revivir de inmediato su corazón. 

Se imprimirán millares de estampas para repartir en primer lugar, a aquellos que matan el liderazgo social pacífico en países como el mío que está intentando cerrar las heridas dejadas por la guerra; en segundo lugar, a quienes enjaulan a la niñez y juventud y los separan de sus progenitores;  en tercer lugar, a la mujer que esta semana saliendo de un parqueadero en el tradicional barrio San Fernando de la ciudad de Cali, muerta de la risa, me tiró el carro y casi me atropella, ante mi asombro y el de los peatones que por allí pasaban; en cuarto lugar, y no por eso, menos importante, a todos los líderes que traicionan los ideales y sueños del pueblo que los ha elegido con el corazón.

El mundo y sus habitantes, nos hemos venido quedando sin espacio para reconocer que necesitamos revigorizar el latido, reverdecer la llanura de este lugar que describimos como el centro del cuerpo porque conecta la razón con la emoción. Este ritmo del corazón que debería ser expansivo, se está achicando; nuestro ecuador interno, se asemeja cada vez más al filo de una navaja que cae implacable sobre el otro o la otra, desconociendo que somos a nosotros mismas a las que rebanamos.

Foto tomada de Facebook

Se escuchan voces y mensajes concretos de personas que creyeron desde tiempo atrás en Santa Lazentín; sin embargo, en mi criterio, no son suficientes. El coro que le apueste a seguir engrandeciendo el ritmo de este latido y a ver florecer la llanura, necesita ser más grande, más nutrido, más del tamaño de la Greta Thunberg!