domingo, 1 de diciembre de 2019

Un ruido ensordecedor creciendo



En días como hoy me dedico a la juiciosa misión de ver cómo se doblan y desdoblan los recuerdos de la última semana, del último mes y, por qué no, de este fin de año inolvidable. Sin duda, Noviembre, más concretamente el 21N, cambió el pulso a la nación y creó el ruido más grato de los últimos tiempos escuchado en cada rincón de las grandes y pequeñas ciudades. El ruido de la protesta social pacífica fue creciendo en Colombia, hasta volverse audible incluso para los que posan de "sordos, ciegos y mudos".

Foto: SandraE. of course!
Noviembre ha sido el mes de las ciudadanías rebeldes que se expresan. Primero, como ola multitudinaria en las marchas y concentraciones pacíficas que se realizaron para protestar contra el estado general de las cosas: corrupción, sabotaje a los acuerdos de paz, reformas de diversa índole concebidas a espaldas de las mayorías para ajustarse al tamaño de los intereses de pocos, disminución del goce de los derechos humanos, en especial, de los de la niñez y juventud, desigualdad social, exterminio de liderazgos  sin que haya justicia, y un extenso etcétera que podría tomar muchas líneas explicar. Lo importante aquí, es recalcar que las personas se sintieron aludidas por el momento que vivimos y aceptaron la convocatoria a pasar de la inercia a la acción; a dejar de quejarse en pequeños círculos, para marchar y así, dejar oír amplificadas, sus voces de inconformidad. 

Foto: SandraE. of course!
Segundo, después de las marchas siguieron los golpes de cacerolas que desde espacios privados se hicieron sentir en un concierto por la continuidad de la protesta, aún cuando el establecimiento político estuviera tomando medidas de emergencia, como el toque de queda, en ciudades y municipios. Lo emergente es el fenómeno de la participación de multitudes que quieren expresarse más allá del voto, en las calles, parques, balcones y terrazas. 
Foto: SandraE. of course!

Entre las consignas, los cacerolazos y los plantones se han sucedido algunas eventos tristes como la muerte de un joven marchante, la represión, las detenciones arbitrarias y el abuso de parte de las fuerzas de control del Estado. Quieren silenciar este ruido pero no han podido. Al contrario, sigue transformándose en maravillosos y efímeros momentos de creatividad como el del cacerolazo sinfónico: https://www.elheraldo.co/colombia/en-video-asi-se-escucho-este-miercoles-el-cacerolazo-sinfonico-en-bogota-683840 .

Urgente recordar que estos ruidos, estos rumores de descontento, vienen viajando como una gran vibración extendiéndose por toda América Latina. Me gusta pensar en Colombia, como la parte superior de la gran columna vertebral que dibuja este continente, y que como un gran cuerpo, necesita "estirarse"  para "zafarse" de todas las contracturas acumuladas e impuestas. Una gran asana o postura de liberación y desbloqueo, ésta que está viviendo el país y el continente. 

Imposible acallar este ruido ensordecedor que sigue creciendo en Colombia. Como un enjambre de abejas o un rumor de lluvia que se avecina y presagia tormenta, sigue escuchándose a todo lo ancho y largo del país. Una ovación de pie para todo este ruido. Ojalá se vuelva pronto una sinfonía de propuestas entretejidas que lleve a lograr una sólida agenda política para el cambio de rumbo necesario en un país que ya fue el del realismo mágico.  

Fuente: https://kaosenlared.net/latinoamerica-convocamos-a-un-cacerolazo-para-el-1-de-diciembre/