miércoles, 18 de marzo de 2015

Ser turista o no ser... he ahí el dilema

Esta pregunta me ha estado rondando.¿Cuántos museos, ferias, lugares de interés hay que visitar para calificar como turistas? ¿Cuándo dejarán de vernos cómo visitantes los lugareños?  
Mi vida desde el 2000 ha estado signada por el cruce de fronteras, correr riesgos y tener residencias temporarias en destinos diversos. Volver a ser turista no me es fácil. Camino y recorro las calles, intentando pasar desapercibida entre los transeúntes y nacionales. Tampoco es fácil. Ser turista, es una etiqueta grande. No la aborrezco, no. Sencillamente la descompongo y queda, un asunto de mirada. Mirar un lugar con ojos de exploradora, es la definición que mejor se ajusta a lo que pienso que he estado haciendo estos 24 días que llevo aquí en la tierra del Pura Vida. Entonces esta mirada me ha dado información. 
Las personas en Costa Rica son amables, corteses y serviciales. Lo descubro por esta situación: Estoy en una parada de bus y necesito saber qué ruta me llevará a un sitio. La persona a la que pregunto, me da información ligera y sale corriendo porque su bus ya llega y es una hora pico. Cuando menos pienso, lo veo otra vez al lado mío, dándome información más detallada y haciendo un intento de conversación divertida. Buen gesto. Y como este otros tantos me han rodeado a la hora de pedir orientación o guía sobre cómo moverme en la ciudad. Porque aquí moverse es un tema. La ciudad con sus 300.000 habitantes tiene demasiados vehículos. Demasiados vehículos implican grandes trancones o presas como le dicen aquí que vuelven el transporte público en un radio geográfico muy pequeño, un calvario. Diría uno entonces, vamos a caminar en vez de transportarnos mediante buses o taxis. Suena bien, si no fuera porque la ciudad tiene pocos ándenes y esos pocos están en pésimas condiciones. Hay que caminar con los ojos en los pies, lo que me trae el recuerdo de una escena de la película de EL LABERINTO DEL FAUNO en la que el monstruo tenía ojos en las manos.  
Lo siguiente es el clima. Alguien habló que en Cali, el clima es bipolar. Aquí es tripolar. ¿Por qué? En esta época del año, en la mañana hace un sol radiante, al mediodía se nubla y por la noche es frío. Es como si pasara uno en el mismo día por la gama de temperaturas de San Andrés isla, Medellín y en la noche Bogotá. Nunca se sabe qué vestido sería bueno ponerse. Si poca ropa o mucha. La sentencia de vestirse por capas, aquí se cumple a la inversa. Hay que salir casi sin ropa, y a medida que van pasando las horas, se debe uno ir poniendo bufandas, chaquetas, abrigos y sombreros. 
Con las interacciones más profundas y conversaciones cotidianas más íntimas con la gente empieza uno a ascender en el nivel de familiaridad con el país. En una mañana en la que me encontré con colombianas todo el día, en el bus, a la hora del almuerzo, en la noche, me contaron que ahora están preocupados por la inseguridad reinante en el país. "Ya  no es el paraíso al que llegamos" afirman. Sin embargo, mis sensores se encienden y paso a disentir en silencio de esta apreciación. Mientras Colombia está en el deshonroso 5o lugar de países con más homicidios de América Latina, este país está entre los cinco con menos*. Que hay más inseguridad y asesinatos, puede ser, Que se perciba tanto miedo o sensación de peligro como en nuestro país, lo dudo. Aquí de los peligros que hay que librarse es de las erupciones de algún volcán inactivo como ocurrió el pasado jueves, 12 de marzo, cuando el Turrialba decidió despelucarse. 
Entre las calles sin ándenes, la tripolaridad del clima y los fenómenos telúricos inesperados, siento que soy turista avanzada. Es decir, nivel principiante de nacional o lugareña. Este ejercicio, de observar, tomar nota y procesar, me parece interesante. Seguiré realizándolo con atención. Sin que me afecte mucho el tema de una economía totalmente dolarizada perversa y una visión discriminadora en la que se atribuye a la llegada de nicaraguenses como el hecho que desencadenó el comienzo de todos los males.

*fuente:http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140408_onu_informe_homicidios_mundo_jgc

miércoles, 4 de marzo de 2015

Modo viajero en tiempo de agradecimiento y pura vida

Es un hecho. Me encanta viajar. Tengo un gusto inusual por los aeropuertos, tiempos entre vuelos, llegadas a terminales, todo me parece fascinante. Cuando viajo quiero ese mini-stress de estar entregeografías, cambios de hora y desconciertos.
Mi modo viajero, se activó este 23 de Febrero pasado. El tema de este viaje es el renacimiento y el florecimiento. Me puse desde un mes antes a planear y preparar. Hablé como acostumbro con algunas personas en el destino y también hice contactos de personas en mi ciudad natal, para tratar de encontrar claves y pistas sobre cómo, dónde, qué hacer. Sin embargo, como la vida es perfecta, todo ha resultado fuera del plan. Y puedo decir que hasta hoy 4 de Marzo, el viaje ha estado lleno de sorpresas. La primera, es que mi agencia de viajes, hizo magia y me promovió a clase ejecutiva. Siiiii. Esta cuestión de viajera clase económica, de los últimos 7 años, se quebró, como un hechizo, en esta oportunidad. No estoy acostumbrada a que apenas te sientas en la silla gigante, te ofrezcan champagne Veuve de Clicquot y tu menú sea deliciosamente balanceado. Me llegué en algún momento a atortolar porque toda la gente de esta clase, está llena de aditamentos que nada que ver con mi marginación voluntaria de la parafernalia tecnológica. Estrené entonces esta comodidad en medio de una profunda sensación de ser mosca en vaso de leche, gozosa.
La siguiente sorpresa, estaba reservada cuando aterricé en mi refugio de estos días en tierras centroamericanas. Más exactamente, en San José de Costa Rica. La anfitriona que me hospeda me tenía, un viaje de una semana preparado para recorrer zonas entre la montaña, la selva y el mar caribe y pacífico, de película. En una semana, he tenido la fortuna de estar en tal diversidad de microclimas y paisajes que me ha parecido que este país de 5 millones de habitantes, lo tiene todo en una extensión mínima. Y todo es naturaleza exuberante. El mar en sus azules profundos y claros. La selva vibrante al lado. Los árboles lujuriosos, gigantes, pegados de la playa como queriendo irse a chapucear. Algunos hasta parecen estar dotados de pies que están a punto de estrenar para salir a refrescarse entre las olas juguetonas. El guía Juan Francisco, en uno de los parques nacionales visitados, el parque nacional Cahuita en la provincia de Limón, lo puso en sus palabras: "Ven los almendros tirados hacia el mar?... tienen prospección".
Los atardeceres son intensos, una paleta de colores dorados, diluyéndose sobre el agua y más allá, matizando los contornos del mar entre rojos y amarillos plata como si el sol, oculto bajo la línea del horizonte, jugara a pintar el cielo y salpicarlo todo... qué artista! Hay atardecer después del atardecer, en este país. Y el lema, pura vida que lo caracteriza, podría por ahora decir, que es real.
En un momento, me puse a pensar mientras observaba con gran admiración estos nuevos paisajes, en mis padres. Ellos nos hicieron amar la naturaleza y el arte de viajar desde que eramos niños. Desde este canto loco de guacamayas y este murmullo de mares, la mujer, la niña que soy y el amor a mis padres se reconectan. Todo en un tiempo de agradecimiento y pura vida.