miércoles, 1 de mayo de 2019

La medicina de la montaña


“Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”; “La fe mueve montañas”. Son muchos los dichos populares o las frases, algunas de contenido bíblico, que hablan de ella. La montaña, como protagonista, la podemos encontrar también, como parte de grupos de signos y símbolos en oráculos. Tal es el caso del famoso I Ching o el "libro de las mutaciones", donde uno de sus hexagramas, el 52, nos la revela invitando al aquietamiento y a la calma.

Foto: SandraE of course!
En otro tipo de tradiciones, como la nativa indígena americana, hacer una búsqueda de visión, requiere como requisito sine qua non, ir a la montaña. La exploración del ser a través de una búsqueda de visión, implica el viaje a la montaña, como realidad y como metáfora del recogimiento necesario para que en medio de los elementos, el silencio, la soledad y el ayuno por cuatro días con sus noches, nos proporcione un nuevo sentido del sí mismo, en contacto con la naturaleza.

Sin duda, la montaña está, ha estado y estará.

Algunas personas, imbuidas por una fuerza devocional, se dedican a escalarlas como sinónimo de conquistarlas. El mundo gana adeptos y adeptas al día, quienes parten en aventuras no exentas de riesgo, para llegar a la cima de montes como el Everest, el Fitz Roy o la montaña Aconcagua. Son un símbolo de esfuerzo, superación, logro supremo y victoria. Y bajan de allí y la montaña se queda.

La montaña que nos vigila, nos acoge, nos protege…nos interroga.  ¿Qué sucede si le colocamos enfrente la palabra ciudad? Se configura una polaridad: quietud-movimiento, naturaleza-contaminación, relajación-contracción, tranquilidad-vértigo, silencio-ruido, etcétera.

Desde hace días vengo, por circunstancias únicas de la vida que me toca vivir ahora, caminando mucho de la montaña a la ciudad y viceversa, para encontrar que esta polaridad es real, es física; y en ocasiones, te coloca en un lugar de imaginar que, como toda polaridad, va a terminar en un conflicto que precisa ser resuelto.

Foto: SandraE of course!
No siendo ya muy proclive a ver el mundo desde esta lente de blancos y negros sino a querer profundizar en los claroscuros recurrentes, he logrado encontrar y descifrar la medicina de la montaña en su interconexión y dependencia con la ciudad. El desafío es vivir la una y la otra, sabiendo que ambas existen; y, en un momento propicio, poder disfrutar las bondades que cada una de ellas nos ofrece.


Por eso, cuando sientas que lentamente las circunstancias del continuum agitado que implica vivir, respirar, existir para la ciudad, van empezando a tornarse en blindajes sólidos como los del traje de iron man o iron woman sobre la piel, la mejor terapia es encontrar una montaña que te adopte. Cuando veas que te doblas y quizás te quiebras, es hora de ir a buscar a tu montaña. Refugiarte un tanto en ella, para que haga lo que sabe hacer tan bien. Soportarte. 

La medicina de la montaña es esto: una montaña, tus pies y estar dispuesto o dispuesta a sentir cómo te desnuda. Solo eso.


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