sábado, 25 de enero de 2020

Entre viajes

Soñamos con viajes interplanetarios, con viajes astrales y, quizás, con tele-transportarnos. Nuestra imaginación que puede con todo nos alienta. Algo que quizás no hemos intentado lo suficiente, es viajar mientras estamos de viaje. Y no. No estoy hablando de las medicinas sagradas como el yagé o ayahuasca. Nombro así a aquellas experiencias viajeras en las que dentro de un viaje dialogas con otras personas, quienes están  de viaje también, y en ese cruce de historias y exploración de realidades, te hacen emprender nuevos rumbos.
Este telar de relatos tejido con personas que habitan otras latitudes mientras viajas, te permite dar una  mirada a tu mundo, visualizar una perspectiva del suyo y converger o divergir en lo esencial de quién eres y cómo vives.
A veces dicha oportunidad entre viajes, deslumbra. Otras…no tanto.
Me acaban de pasar ambas cosas. 
Deslumbrante.
En la primera semana de mi viaje actual, compartí con personas que viven en un tercer país, quienes migraron hace más de 20 años de Colombia buscando nuevos horizontes. Entretenida me entero sobre cómo allí, en Francia, país que está en paro y tiene movilizaciones desde el año pasado, hay personas que al vivir en municipalidades comunistas, reciben un "carrusel" de derechos sociales por el simple hecho de morar allí. Es decir, por vivir en dichas comunidades, estas personas ven la cristalización de muchos de sus sueños de modo pleno. Tener acceso a vivienda de modo gratuito o a muy bajo costo, derecho a la educación para sus hijos e hijas y a la salud propia, subsidiados, son algunos de ellos. El punto es que estas municipalidades "rojas" como se les conoce, no son todo Paris. Y de allí, el clamor general de una  ciudadanía que despliega su inconformismo frente al status quo; una ciudadanía que sigue "rebelándose" porque se siente vulnerada ante la disparidad y el desequilibrio imperante. La magnitud de su insatisfacción, transformada en protesta y resistencia, se vuelve huelga, plantón y movilización en calles y bulevares, exigiendo mayor libertad política, igualdad y el fin de la multifacética y camaleónica corrupción. 
Foto: SandraE! of course
Alarmante. 
En la última semana, pude conversar con una mujer de Honduras quien al comentarle que, años atrás, por razones de trabajo había vivido en este país, compartió conmigo algunas palabras durante su recorrido en el metrorail o transporte masivo de Miami, Florida. Cuando pregunté qué tal estaban las cosas en su país, me dijo con una sonrisa melancólica, " muy mal". Mencionó la falta de trabajo, la violencia generalizada por la presencia de maras[i] y grupos de delincuencia común, y la corrupción en la policía, como los principales males que aquejan a las personas en estas tierras. “Los mareros están asociados con las fuerzas de la policía. Porque ¿cómo se explica que las personas que ponen denuncias cuando son atacadas por estas pandillas, luego aparezcan muertas?". Al final, me habla, o mejor, me confiesa, que teme por su hijo joven quien se encuentra allá todavía; aunque le pagó sus estudios y los terminó, no encuentra un trabajo con un salario digno. "Yo le he dicho: mejor quédese en la casa cuidándola y yo le mando dinero". 

Viajas entre viajes. De la orilla del asombro al mar de la desesperanza.  Qué contrastes y ribetes de realidad tan diversos existiendo al mismo tiempo! Y podrían surgir infinidad de preguntas ¿qué tendría que hacer una sociedad como la hondureña para estar como la sociedad de la tierra de la liberté, egualité y la fraternité? En un momento las historias convergen y sabes desde dentro, que entre Francia y Honduras hay más trecho que el océano Atlántico.




[i] Maras, forma de pandillas originadas en los Estados Unidos que se han extendido a países como El Salvador, Honduras y Guatemala. En https://en.wikipedia.org/wiki/Mara_(gang)


No hay comentarios: