domingo, 18 de octubre de 2009

La ciudad de los carros


Por fin una caminata matutina y dominical por las calles y avenidas aledañas. Salí con mi combo de siempre, Diego García, médico venezolano especializado en Salud Pública y César Javier Calderón, médico mexicano especializado, quienes integramos los tres mosqueteros latinos en Luanda. Nos enrutamos para llegar a un restaurante turco en el vecindario donde nos alojamos por el momento, que se llama Maianga ( reminiscencias de Manga en Cartagena?). Las 6 cuadras que nos separaban del lugar, las caminé a veces despacio, a veces a las carreras porque me dirigía en ocasiones por el ánden, delimitado y construido, y a veces, encima del polvero que hace las veces de andén. Luanda como muchas ciudades no está pensada para los peatones sino para los carros. Y mis compañeros de caminata que saben de automotores, me decían, allí van US$ 125,000 dólares. Allí hay parqueados US$ 300,000. Y es que en Luanda los amos de la calle son los carros. Los trancones son fenomenales. Las vías muy pocas y las avenidas, generalmente están tomadas por hileras de vehículos de lujo parqueados al antojo del respectivo conductor o conductora, sin ningún pudor ni recato automoviliario ?. He visto una grúa de algo que creo actua como secretaría de tránsito retirando carros, en lo que pienso, podría ser el negocio más lucrativo aquí: poner multas por parquear mal. Las vallas publicitarias que hay en diferentes partes de la ciudad, hacen referencia a los negocios de telefonía, los bancos, y también anuncian, la construcción de un complejo residencial-hotelero inmenso. En las 6 cuadras de caminata, conté 6 edificios en construcción de tamaños nada despreciables. Entre los anuncios comerciales, sobresalen los avisos de campañas promocionales para el VIH, SIDA, sobre el cuidado a las futuras madres y en tamaño igual de grande, el anuncio de los días que faltan para el CAN 2010 ( Copa de Fútbol Africana de Naciones 2010), que desde el 27 de Julio de 2009, es patrocinado po la empresa francesa de telecomunicaciones Orange. En general, las vallas son de buen tamaño y están estratégicamente localizadas para que se vean, obvio, desde los carros. En una esquina todas convergen y se quiebran, en la imagen imprecisa de un edificio de vidrios polarizados. Es una visión fragmentada de una realidad equívoca. O una visión equívoca de una realidad fragmentaria. Los edificios ya construídos, fueron tomados por las gentes que vinieron del área rural y se desplazaron durante la guerra. Entre ellos hay porciones de barrio que con su estilo arquitectónico portugués, son una ventana a otra época. En las varandas y bálcones de los edificios tomados, sobresalen las unidades de aire acondicionado en casi cada ventana y al lado, de varios tamaños, los platos de los discos satelitales para conectarse a la televisión por cable. Pienso entonces, que las personas en este mismo momento que camino a buscar almuerzo, pueden estar embobadas, viendo American Idol, Amazing Race o incluso, Survivor. Mientras ven la última prueba del último reality de moda, en la calle, la ebullición en las iglesias, las mujeres y sus ventas, esperan a los clientes bajo el sol que ya se vuelve inclemente.
Si pienso, en mi hermana arquitecta, quién afirma que donde hayan construcciones hay plata, deduzco que en esta ciudad se mueve mucha, mucha, mucha, mucha, mucha, mucha plata. Tanta plata y tan poca salud. Tanto carro y tan poco cuidado y atención de las necesidades de la primera infancia de los niños y niñas. Tanta televisión satelital y tantas otras cosas que no sé ni nombrar. Al final de la caminata, encontramos el restaurante turco Al Dar, que por unos US$ 50 dolares nos da, a mi, un sandwich de pollo envuelto en pan arabe y a Diego, una lasagna de champiñones acompañada de ensalada, con dos sodas. Y César...se nos voló a la iglesia, mientras nosotros, en medio de una mesa no reservada, comemos mirando a la calle que podría estar en cualquier parte del mundo,Cali,Barranquilla, Barcelona,Lisboa,pero que definitivamente se encuentra en Luanda.

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