lunes, 27 de noviembre de 2017

Diversas pero no dispersas

La construcción de la memoria es difícil. Y entre más tiempo pase más difícil se pone la tarea. No sabemos a ciencia cierta si el tiempo corre a favor o en contra de nosotras. Y si no, que lo digamos en nuestro país Colombia que empieza su peregrinación a la memoria, como mecanismo sine qua non la construcción de paz es sencillamente una palabra bonita. Pero bueno, de esto no es lo que quiero hablar sino que hoy me levanté con la resolución después de un día de quietud y de ir a ninguna parte por aquellas cosas que el cuerpo se rebela, de empezar a convertir en relato lo vivido en los últimos 4 días en la Rural del Prado, aquí. 

En aras de ubicar: estoy en Montevideo, vine hace un rato, viajé a Brasil, volví y participé del EFLAC, versión 14. Terminó el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. 

En la entrada anterior dije que había sido bastante simpática la inauguración del evento en el que las organizadoras o por lo menos la maestra de ceremonias nos había dicho: " Bienvenidas vaquitas lindas". Me quedé sintiendo que esto ya planteaba un encuentro bastante irreverente y lleno de toque humorístico.
 
Entré en sus avenidas, corredores, disyuntivas, con el paso firme de querer sencillamente dejarme llevar por la dinámica que cada día me proponía. El primer día, un poco la apuesta era, descifrar el lugar con sus circuitos entreverados y encontrar el salón donde se suponía que iba a pasar la mayor parte de los días por el tipo de eje de reflexión que escogería. En un comienzo me planteé el tema de "Autocuidado, protección y buen vivir feminista" porque donde haya buenvivir, quiero estar. Sin embargo, en medio de los giros de la vida y por un detalle, la temperatura del salón, me decidí a migrar al salón adyacente lo que significó cambiar completamente el enfoque de mi mirada en el evento. Resulté "colándome" en el eje: " Autonomía y poder: dilemas y desafios".

En la secuencia de eventos que esta movida o cambio de espacio desencadenó, surgieron multitud de interrogantes y paralelo a las intervenciones de las compañeras que estaban en este lugar ( un hangar, gris, mucho más agradable en su microclima que el anterior sitio), empece a garabatear en mi cuaderno de notas, unas preguntas personales. Y al final, asistir a estos eventos en el que hay 2200 mujeres del mundo, todo gira en torno a lo personal y lo personal es político. 



Las mujeres que habían allí, en su mayoría, abogadas, sindicalistas y activistas de países como Argentina, Brasil, Bolivia, El Salvador, República Dominicana,  Perú, Uruguay, expresaron puntos de vista que sugerían un cierto nivel de "stress" de los desafíos de la construcción de la autonomía y del poder de las mujeres. En el marco de esta asamblea en la que transcurrió mi mañana, entre las percepciones mentales surgía en simultánea, la pregunta sobre el lugar donde ocurre la autonomía y el poder personal de las mujeres: su cuerpo. El cuerpo de todas, que es el lugar desde donde nos paramos las mujeres a vivir. 

Y bueno, sencillamente, no podía parar de pensar: De qué autonomía y poder podemos hablar las mujeres en un contexto como el que está viviendo Latinoamérica y el Caribe en la actualidad? He estado en tres países antes del evento, y es obvio, que la situación política y económica está hecha trizas, la derechización y la involución o retroceso en términos de los derechos económicos, sociales y culturales es generalizada, sin entrar en el tema de lo que está pasando en cuanto a derechos sexuales y reproductivos... Y como si no fuera suficiente con esta embestida, las religiones, están adicionando "pimienta" al gran cocido, marinando nuestro futuro. 
Y estaba en esta burbuja reflexiva o espacio paralelo a la discusión de la asamblea, ascendiendo en el aire de este hangar gris, cuando una mujer Graca de  Paraiba, Brasil, una dirigente sindical mayor, en medio de su portuñol, dijo despacio, porque se le pidió a las brasileras que hablaran despacio para entenderlas (no hubo traducción simultánea!!!!) dijo la verdad más simple: " La autonomía es muy difícil". Plop, caí de nuevo como manzana de experimento de Galileo Galilei en este auditorio para aterrizar en la certeza que para las mujeres, la autonomía, el poder, todo está desmoronándose. Y me temo que esta sería una mala noticia, de no ser porque al cierre del evento, las organizadoras nos dicen que en el encuentro hubo 2200 mujeres, de las cuales más del 50% eran menores de 40 años. Y lo digo porque esta estadística definitivamente me tranquilizó. Si todo está en franca demolición, allí estarán ellas. Todas estas jóvenes vestidas de diversidad, listas para empezar desde las ruinas la labor gozosa de crear lo imaginado.





No puedo terminar sin decir que me sentí conmovida en muchos momentos particulares de este gran río de féminas. En la inauguración, en el momento del cierre, sin embargo, mi momento favorito, fue en la marcha de finalización del encuentro, el 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de todas las formas de violencia contra la mujer, en que nosotras las mujeres del EFLAC caminamos por la emblemática Avenida 18 de Julio y nos encontramos en la plaza de la Intendencia con las mujeres de negro, para decir: " Nunca más, ni una más porque vivas nos queremos". 



Y me conmovió porque fue un momento en que el color/calor que traímos nosotras, por el ritmo de los tambores de la batucada, por la canción de las brasileiras, se reunió con una masa de mujeres y hombres, vestidos de negro, en actitud ceremonial que nos esperaba. Y fue definitivamente en esta fusión de estos dos torrentes de humanos y humanas que no pude contener más las lágrimas, para sentir que cuando el mundo en su inmensidad comprenda que la violencia contra la mujer no es natural y tiene que acabarse, sólo ese día, empezaremos a transitar el camino de una visión del mundo feminista globalizado. O quizás una otra visión en la que ya el feminismo no sea necesario.






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