jueves, 25 de octubre de 2018

Un fin de semana en Nápoles y alrededores, parte 1

Una característica de Roma como ciudad turística es que siempre hay movimiento, fluir constante de gente realizando un peregrinaje eterno a un sitio casi sagrado que recoge la historia del mundo en una sola geografía. Es usual ver recorriendo toda calle, corredor o plaza, miríadas de personas, con maletas y morrales, yendo y viniendo a paso acelerado. De todas las ciudades del mundo que conozco ninguna como esta en la que se perciba tan bien esta sensación que nunca para de recibir y expulsar gente independientemente de la hora del día que sea.


Roma así, se convierte en una suerte de remolino que te regala mucha emoción, adrenalina, y a la vez te pide, cuando la recorres algo que en inglés se conoce como “stamina” o “resistencia física, vigor y tenacidad”. Y lo mejor cuando sientes que tu “stamina” está llegando a un visible nivel de agotamiento, es urdir una estrategia que te conecte con una fuente de poder distinta.

Como, por ejemplo, pasar un fin de semana por fuera o ir al encuentro de una gran amiga, de las épocas de estudiar los temas de paz y transformación del conflicto en Austria. Elisabet, es una de aquellas amigas que se encuentran en un rincón del corazón desde hace más de una década y que ante, la noticia de mi “arribo a la capital italiana” de una manera alegre y rápida  propone, reunirnos en algún punto de la geografía del sur de Italia. El sitio: Nápoles. Las amigas a toda prueba y de todo terreno, son las que hacen esto de comprar un boleto en una aerolínea de bajo costo y a toda costa, ir a abrazar en el sur de Italia, a esta “sudaca” que se emociona hasta un punto indescriptible. Y claro, también son las que quieren aprovechar la escapadita para tomar aire y culminar con sus vacaciones de verano, antes de volver a enfrentar la vida del "lavoro".

El punto de encuentro en Nápoles con Eli es un café: El Cuori de Sfogliatella, en la calle Corso Novara, justo frente a la estación de trenes y buses de Nápoles. Al llegar allí, descubro que, el Corazón de la Sfogliatella, es la meca para quienes “veneran”, la sfogliatella que es un pastel napolitano hojaldrado con infinitas posibilidades de relleno casi todas dulces, como chocolate, crema chantilly, frutas confitadas, nutella, y, la tradicional o clásica,  pasta de almendras. 
Un manjar total para toda hora del día con una taza de café, preferiblemente grande.

La reacción inmediata al vernos con Eli y reconocernos en medio de la multitud de los alrededores fue además de abrazarnos, ir a celebrar la amistad con lo que la revitaliza de inmediato: la buena mesa y la palabra. Era ya casi mediodía y lo merecíamos.


Así de la nada, con la brújula en off, llegamos a una colorida calle, con mucho movimiento y a un restaurante en el medio de lo que parecía una vía peatonal. Este fue el elegido (olvidé el nombre), para sentarnos, brindar con vino de la casa, disfrutar de las delicias de la cocina napolitana (pizzas y pastas con frutos del mar preparados con una sazón especial deliciosa) y empezar a observar alrededor, las ventanas con sus ropas tendidas, las calles estrechas, la vitalidad impresa en cada rostro y persona que caminaba por la avenida más cercana.



Lo gracioso es que este restaurante resultó quedar al lado de un punto clave de la ciudad llamado la Puerta Nolana y una zona con un mercado callejero, que vinimos a notar un poco más tarde. A veces andar con la brújula en off, paga.

Nápoles tiene espíritu. Es desorden y caos, es arte y naturaleza.

Sus calles son un laberinto sin fin, su gente bulliciosa y alegre, sus contrastes un tesoro y deleite, para cualquier par de personas con ojos curiosos, recorriéndola. Nuestra misión después de comer y beber el tradicional limoncello, bebida típica de la región, fue ir tras la búsqueda del mar antes que oscureciera.
Y algo particular de Nápoles, como capital de la región Campania, es que a pesar de ser una ciudad de la costa para mi sorpresa, no registra la humedad ni el olor característico a salitre con el que se identifican usualmente las ciudades cerca del mar. Después de varios intentos, logramos llegar a la vera del mar justo en frente del Castel Nuovo Napoles. Continuará.





No hay comentarios: