viernes, 8 de diciembre de 2017

El precio sombra, a calcularlo cuando viajamos mujeres!

Los hostales de los países que visitas, traen sorpresas, aventuras, nuevos y nuevas amigas, y conversaciones interesantes. Son una fuente o manantial inesperada de encuentros en los que puedes si quieres nunca dejarte ver o sencilla y llanamente mostrarte. En una de esas situaciones en las que sencilla y llanamente eliges hablar como hablas, ser como eres y actuar como usualmente actúas, aparece esta joven chilena, economista a compartirte toda una nueva teoría y una gama de conceptos con los que nunca has tenido contacto y que de repente, te abren todo un nuevo horizonte frente a tus ojos.
La escenografía de esta conversación es la habitación compartida femenina con 5 camarotes que implican una sana y cordial convivencia con otras 9 cóngeneres. En una mañana en la que estamos haciendo apenas el ejercicio de despertar, la chilena, a quien llamaré Iris (quien es chilena pero vive y estudia en Argentina una maestría y cuya mejor amiga en Buenos Aires, es una colombiana), está ya casi lista para salir a buscar el desayuno, cuando me comenta que se ha encontrado con Eva, una austríaca, que está allí también alojada, quien le dice que va a buscar qué desayunar. Yo me quedo un poco extrañada. No sabía la austríaca que se podía conseguir en el mismo hostal, habitación compartida femenina con desayuno incluído? Iris, también se extraña y allí me comenta: "Seguro ella no sabe del precio sombra". Yo con mi característica curiosidad le pregunto y "eso qué es?. Iris, me explica en un lenguaje ameno, que este es un precio que casi nunca se calcula. Muchas veces, cuando pensamos que estamos haciendo economía, estamos incurriendo en mayores costos/gastos de los esperados. 
" Pues sí, porque mirá, Eva ahora tendrá que salir en la mañana fría a caminar, a buscar un sitio dónde comprar el pan, el café, la fruta para desayunar, por no pagar, el precio del hostal con el desayuno incluído...y eso, se lo podría evitar, y estar aquí tranquila desayunando...sin tanto rollo".
Inmediatamente entiendo y creo, sin expresarlo, que le estaré infinitamente agradecida a Iris, por cambiar mi paradigma de lo que es hacer economía cuando viajo.

Muchas veces pensamos que al bajar una tarifa, por lo que sea, estamos ganando cuando, en la realidad, estamos perdiendo, calidad de hacer, calidad de tener, calidad de tiempo, que es el que ahora, entiendo, da más valor agregado a la vida.
Iris y yo bajamos por el ascensor del hostal a desayunar divertidas y nos paseamos muchas veces por el buffet del hostal a tomar lo que se nos antoja, mientras Eve, está buscando, el yogurt, la fruta y el carbohidrato que consumirá para empezar su día.
Esta chilena, a la que he tenido que inventarle un nombre, porque su verdadero nombre se me olvidó ya, cambió mi apreciación de la economía viajera. Ahora como un eco de los días pasados en tierras extrañas, en mi rutina diaria, pienso: estaré o no, evitando el valor sombra cuando hago actividades en mi ciudad. Entre Iris y Eva, toda una nueva Sandra Erika, hecha de luz intentando bajarle a la sombra sigue su camino. Risas.


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