viernes, 21 de febrero de 2020

El país de las 4 C´s

Lo inevitable pasa. Llega el momento de decirles adiós a las experiencias viajeras y con la despedida, los pensamientos y sentimientos de lo que trajeron. Uno siempre recuerda lo que siente. A eso le llamamos memoria corporal. Para recordar lo que pensamos, escribimos. Yo, escribo, al menos.
Foto: SandraE of course! En una vía en Miami, Florida
Este viaje ha concluido con un estado de "eureka" con respecto a los Estados Unidos de América o los Estados Unidos de Norteamérica, como me dijo un amigo sería más correcto llamarle. Como sea, Estados Unidos de América es un país que tiene sin duda sus encantos y sus múltiples destinos viajeros. Ciudades que nunca duermen, como Nueva York y otras, donde sí duermen y siguen soñando el "sueño americano". Uno que cada vez es más parecido a la "pesadilla norteamericana"* dicen por allí.

En el pedacito de tiempo que estuve tuve la siguiente percepción. Este es el país de las tres C: carro, comida rápida y control remoto.

Las ciudades intermedias o pequeñas te ofrecen tranquilidad a borbotones; sin embargo, no cuentan con sistema de transporte público. Eso significa que son ciudades donde moverse en el perímetro urbano o a sitios vecinales, o remotos, te impone el uso del carro. Sin carro, no hay paraíso.

En el tema de la comida la norma es que, dado que la mayoría de las personas tienen su tiempo comprometido básicamente en el trabajo que les permite hacer el dinero que requieren para pagar las cuentas ( pago de cuota de casa, gasolina, alimentación, servicios y reparaciones, diversión, etc.), cocinar es un lujo. Hay que simplificar lo relacionado con la preparación de alimentos y eso toma forma de dos maneras: (1) utilizas mucho lo que está procesado y enlatado, o (2) comes comida rápida de sitios que las preparan para ti. Tu opción es variada: desde Mac Donald´s, Taco Bell, Pollo Tropical, Denny's, hasta algo conocido como "cantinas" donde puedes llamar a que te envíen a domicilio los menús del día.

Aeropuerto Internacional de Fort Lauderdale Foto: SandraE of course!
El control remoto, ese adminículo que utilizamos ya en muchas partes del mundo, en este país es un objeto coleccionable porque ya no se trata de uno o dos de ellos; hay tantos como aparatos existan en una casa, para pasar horas y horas disfrutando del entretenimiento, en el caso de la televisión, en forma de películas, noticieros, diferentes series y programas. Lo que no vives en la realidad, lo vives sentado o sentada frente a uno de estos aparatos que son la manera fundamental de relacionarte con el mundo. Y si no trabajas fuera de casa, por una u otra razón, ellos son tu compañía.

Creo que olvidaba una última C. La de las compras o el mundo del shopping. Un mundo en el que definitivamente cada que puede, la ciudadanía se sumerge para adquirir los bienes y servicios del día a día; otras veces, lujos innecesarios que son posibles gracias a la magia del dinero plástico, como es el caso de las tarjetas de crédito, que circulan de manera abundante entre personas de diversos perfiles y ocupaciones. Para ir de compras, necesitas usar la primera C: carro.**

¿qué pasa o qué hay de raro en este escenario? Carros, comida rápida, controles remotos y compras... ¿no son cosas afines a todos los países y culturas?  Claro que sí. Sin embargo, me llamó poderosamente la atención cómo las personas se entregan a estas actividades de manera excesiva: Cada casa necesita varios carros, cada fecha sin importar cuál es, es día de hacer compras y, hay un arsenal de electrónicos y controles, casi para cada persona o habitación de una unidad familiar.

En este país de más de 300 millones de habitantes, hay cierta compulsión y vehemencia en los consumos. Todo parece desmedido. Haga si tiene la posibilidad la próxima vez que viaje allí, el experimento de ir a mercar a un establecimiento comercial como Walmart, Publix, Whole Foods o Winn Dixie y cuente el número de bolsas plásticas en el que le empacan las compras. Son montones.

Y claro, surgen las miradas de contraste.

En otras geografías del mundo, se intenta ser amigable con el planeta y se actúa tratando de regularizar y penalizar los excesos. Aquí en Colombia, tenemos regulaciones y controles, hasta cargos por contaminar-  o usar objetos que contaminen. Por ejemplo, lo de pagar por las bolsas de plástico para cargar los víveres que se compran y consumen. O el famoso pico y placa para la restricción de la circulación de automotores en el día. Parece cómica, por decir lo menos, nuestra preocupación por la ecología y por un planeta verde, como país de 48 millones de habitantes, frente a este vecino del norte, donde más de 300 millones de personas están dando forma a su existencia dentro de un modelo que parece más un síndrome: el de querer comprarlo todo, consumirlo todo, agotarlo todo y ansiar más***.

Volví pensando que es en esta mirada de contraste que uno descubre las realidades contradictorias. Lo único que queda es seguir intentando hacer lo que esté al alcance para contrastar más y más las miradas porque es de esta manera que logramos identificar, en medio de este panorama, personas y organizaciones que están haciendo lo posible por vivir en un mundo más sostenible y menos injusto. Así fue que, por puro contraste, encontré a Rob Greenfield en el internet. Rob es un aventurero, activista medioambiental con perfil humanitario que está empeñado en ser agente de cambio y busca desarrollar nuevos modelos para la vida armónica con el medio ambiente****. Rob independientemente de su país y cultura, tiene proyectos que gritan que otro mundo es posible. Como él hay personas que, día a día, intentan no adaptarse a los síndromes que les han sido impuestos.

Ya lo decía Jiddu Krishnamurti, "No es signo de buena salud estar adaptado a una sociedad profundamente enferma". 
Hay que viajar para volver y echar la vista atrás. Sin desesperar ir por el mundo y seguir buscando y descubriendo miradas de contraste y realidades contradictorias. Feliz resto de febrero 2020.

* Contribución de un par de lectores de mi artículo que me pareció válido de incluir después de escrito, hoy febrero 28, 2020.
** Otra vez gracias al lector Hernando Llano A. se modifica el artículo. El sugiere que la C de compras ha llevado a que en Estados Unidos la C de la de ciudadanía se haya cambiado por la de consumidor/a.
***En Netflix se pueden conseguir documentales que son un buen material para entender cómo funciona el consumismo, por ejemplo, en la moda. Para esto, ver "The true cost".
**** Ver más de Rob Greenfield en https://robgreenfield.tv/ y en https://www.facebook.com/RobGreenfield/photos/a.278209438972808/2577331509060578/?type=3&comment_id=2579010895559306&notif_id=1581957716062761&notif_t=feedback_reaction_generic)