martes, 17 de abril de 2018

En tardes así

"O poema que eu sonho não tem falhas senão quando tento realizá-lo"
Fernando Pessoa, Livro do desasssossego

En tardes como ésta en la que no logras encontrar el eje  o columna vertebral de una propuesta que tienes que escribir y que sabes que está plegada en alguna esquina o recoveco de tu mente, no te queda alternativa distinta a la contemplación. Mirar al piedemonte de la cordillera que está justo enfrente de tu ventana y, desde allí, disfrutar el parpadeo de las primeras luces en las avenidas y calles anunciando que la ciudad, que está practicamente a tus pies, se apresta para el ritual diario de la oscuridad plena.
Hay tardes así. Te levantas entusiasmada con la intención de hacer algo pero ese algo te elude. Cuántas personas allá abajo, sin que haya caído la noche sobre ellas, estarán a oscuras, con respecto a una idea que quieren ver germinar, florecer y crecer? 
Digamos que no es la primera vez que me sucede. También que no soy a la única persona que estos estados de "suspensión creativa" las afectan. Y pienso en aquellas conversaciones con amigas, consultoras importantes, que han transitado el mismo estado, y que me han dicho que esto de crear algo distinto, algo innovador, algo que nos deje satisfacción y alegría sentida, toma tiempo. Todo el ver nacer en el papel la idea hasta su forma final, o acción cumplida, es como entrar a un bosque, perderse en él (entre otras cosas porque nadie nos está dejando mendrugos de pan entre los caminos), y en medio del desconcierto, salir sabiendo que nunca seremos la misma persona.

Sí, escribir propuestas, es traer vida al caos circundante; es energía que gira danzando como cuando un sufi se pone a bailar para producir el círculo perfecto dentro de su propia entropía. A mi amiga consultora, le costó dos años crear algo. Y siempre estuvo, entre la tensión creativa, y las catástrofes de un entorno no siempre amigable a lo nuevo, que en varias ocasiones se derrumbó para re-establecerse y finalmente lograr firme, emerger la experiencia.

Hay una noción de esfuerzo en esto de lanzarnos a diseñar los propios sueños. Por eso es que siempre se encuentran expresiones " eso fue como un parto", ó, algo más colombianizado como "qué camello". Cuando me embarco en darle alas y aire a los sueños, insuflarlos con el "soplo de vida", me pregunto, dónde queda entonces, el motto de sin esfuerzo resultan las cosas que son o que están destinadas a ocurrirnos? Mis sueños desde que me reincorporé al mundo de lo social, se han alineado con cosas sencillas: ideas innovadoras para abordar el activismo,  ó para lanzarme a una nueva aventura editorial, ó para desarrollar una metodología lúdico-pedagógica que fortalezca el liderazgo de jóvenes, en especial, mujeres; y la verdad, siempre me termino preguntando: por qué crear requiere tanto? 

Quizás existan laboratorios o espacios volcados a generar un ambiente en el que la creatividad no se sufra sino que se goce. Entran en escena recuerdos de esas oficinas abiertas de Google, Facebook y otros emporios tecnológicos, donde se ven a todos los que allí se encuentran, como jugando, con una cara de relax, casi como si hubieran acabado de ganar la copa de Wimbledon y ya estuvieran listos para la siguiente competencia.

En tardes así, es mejor dedicarse a la contemplación sin límites. Cayó la penumbra sin remedio sobre la ciudad que bosteza.



martes, 10 de abril de 2018

Más vida, más sabiduría, más ser nosotras

En días recientes, en medio del enorme bombardeo mediático sobre los candidatos presidenciales y sus campañas en mi país, Colombia, encontré en un noticiero de televisión, CMI, una "colilla" informativa que daba cuenta de los resultados de una encuesta adelantada, cuya pregunta a hombres y mujeres, según recuerdo, era: "considera usted que una mujer de 50 años es vieja?". Las gráficas mostraban que había diferencia en la percepción de acuerdo al sexo. Los hombres por encima del 90% respondían que no, y las mujeres, de manera más tímida, es decir, por debajo del 90%, decían que no. Me pareció curioso este sesgo de género en un país como el nuestro, donde a las mujeres, se les exige dentro de los cánones de belleza, sacrificios enormes, como teñirse el cabello cada que aparecen las primeras canas, para mencionar uno de los más sencillos, hasta, algunas veces, pasar por el quirófano, con tal de perpetuar el mito de la eterna juventud. Y donde los hombres, a las mujeres después de los 50 años, casi que ni las miran, porque parece que ellas se fueran volviendo parte del decorado. Unas matronas, que fácilmente se confunden con el mobiliario de las casas o los lugares públicos frecuentados.
Después me encontré con un titular de una nota en una revista femenina,  que decía algo como " Los 50 son los nuevos 40" refiriéndose a mujeres que habiendo atravesado la barrera de los 50 años lucían muy "chic" o bonitas. Allí sí, mi plástica red neuronal, hizo conexiones y empezó a detectar algún tipo de mensaje entre líneas, o debo decir mejor, entre arrugas. Qué es este bombo de los nuevos 40? Qué hay detrás de este tipo de noticias? La inutilidad de llevar la cuenta de los años y los días, sabiendo que el tiempo, esa ilusión pasajera, nos invade inexorablemente a todos y nos cambia.
Decidí entonces ponerme en posición semiloto y me dediqué a meditar. Qué hay detrás de este tipo de temas en noticieros televisivos y revistas femeninas? Por qué el envejecimiento en vez de ser reconocido como un derecho a una vida más plena, es materia particular que lleva al desarrollo de productos dentro de la millonaria industria de la belleza y cosmética, donde los sueros anti-edad y las cremas anti-arrugas inundan la publicidad y presionan a las mujeres en su día a día?

Parece un terrible despropósito esta idea, de prolongar la visión de nosotras como unas "viejitas sexis" apenas atravesamos la edad de los cincuenta. Y bueno, seguía en semiloto reflexionando, para qué queremos vivir más viéndonos como quinceañeras, si no vivimos mejor? Y para mí vivir mejor significa: vivir SIENDO mujeres sin miedo, autónomas y decididamente centradas en nuestros sueños y deseos. Pasamos mucho tiempo pensando en el famoso proyecto de vida  que abarca nuestros primeros años y nuestra vida laboral productiva. Cuando esto está dando paso a la etapa de mujeres maduras, no proyectamos la vida. No indagamos qué queremos ni cómo vamos a mantener la vigencia de nuestros sueños, la concreción de nuestros deseos.
Las mujeres que entraron en el rol de la maternidad, llenan sus días de la madurez viviendo y apoyando los proyectos de los otros y otras. Llaménse como se llamen. Y las que no entraron en este rol, pues a veces, piensan poco en su plan para cuando la vida, más allá de la belleza, la frescura, la candidez de los años mozos, regala sabiduría y mesura. 


Qué tal si proyectamos los años de ser mujeres grandes como los mejores de nuestras vidas? 

A los hombres, la cultura, les endosa, ser los "viejos verdes" tras las atolondradas palomas. Que en nuestro caso, ser viejas, signifique, estar en la edad de las mujeres que saben qué quieren, dicen sí, dicen no, y aceptan que la vejez es un gozo, porque nos sentimos cómodas con los caminos recorridos, con las decisiones tomadas. Una etapa donde independiente del número, sintamos que hay más vida, más sabiduría, más ser nosotras para nosotras mismas.  

jueves, 5 de abril de 2018

AnacrónicA? SinCrónica mejor

El sueño americano, que algunos ya decidieron declararlo más bien muerto y merecedor de tener su requiem, ha estado en la fuerza vibracional de muchas personas de países de Latinoamérica ( ecos del título de la película, Requiem por el sueño americano, con Noam Chomski). En mayor o menor medida, lo hemos acariciado por fragmentos de tiempo en nuestras vidas. Algunas personas más que otras y en infinidad de formatos de acuerdo a la naturaleza del soñador o soñadora.

Me ha entretenido saber cómo a algunas personas, el sueño se les ha convertido en realidad; mientras que a otras, quizás, inesperadamente, se les ha transformado en pesadilla. Todos tenemos derecho a los sueños y a claudicar/despertar de ellos, en caso que parezcan ser peor que la realidad.
En medio de tantos y tantos relatos valientes que me han llegado en conversaciones peregrinas, me ha intrigado saber cómo algunas personas se van vivir en un país de los llamados "desarrollados" buscando el sueño, para continuar "cultivando" mentalidades de los países no tan "desarrollados". 
Así supe que especialmente las mujeres llegan a estos países y caen en las garras de las religiones y asumen con honores el discurso de la sumisión patriarcal que las pone en "su lugar" y a vivir en el anacronismo mental.  AnacrónicA, la mente se evade, y busca acomodarse quizás como un mecanismo de adaptación a la nueva realidad. Muchas de ellas no importa que estudien, hagan doctorados, sean profesionales exitosas, sus mentes siguen siendo esclavas. 
Que recuerde cuando uno va a otro país, y ni siquiera conoce bien el idioma, se sucede una especie de "regresión" que lo hace volver a una época temprana de aprendizaje. De allí será que se puede concluir que así como las mentes aprendiendo una lengua nueva, se devuelven a un estado infantil, en las mentes de algunas mujeres, este fenómeno se conjuga con otro, en el que necesitan recurrir a un alguien, representante de la respectiva religión, para que les diga qué hacer? qué pensar? qué sentir?...No sé. Quizás sea un síntoma del shock cultural que produce irse a otro país, y por ello, algunas personas, no solamente las mujeres, entran en una crisis de identidad, que les hace ver como virtuosa la idea de subrogar el derecho a pensar y, por tanto, a decidir de manera autónoma. Se está poniendo denso este panorama. Mejor dejo aquí. 
En fin, lo que quiero ahora para finalizar estos apuntes extraviados, es recordar la voz y lírica de Bob Marley quien canta en su famosa Redemption song " emancipémonos de la esclavitud mental". Hagamos el ejercicio de imaginarnos sinCrónicas con nuestros deseos, intuición y vida, sin importar, el tamaño o nombre del país donde vivamos o al cual estemos pensando irnos a vivir el sueño...NO la pesadilla.

Nota a esta entrada: Alegría total al saber que Costa Rica decidió dejar los rumbos del gobierno en manos de un hombre que no tenía conexiones con la religión evangélica.

La gurú en mí

Recientemente en medio de tantas cosas que circulan en las redes sociales, encontré una inspiración. Un motivo para tomar impulso y escribir de nuevo porque últimamente la vida, cuesta arriba. Y no estoy lamentándome porque al final, en un análisis costo-beneficio, el recaudo vital, sigue dando en positivo.
Hay días  de lluvia torrencial y las consultas y esperas en salas ascépticas de una o dos clínicas, van en un ritmo procesión de Semana Santa, y los deseos de viaje, no logran concretarse. En un estado así, nos queda, la imaginación, la lectura y, por ende, los encuentros con escritos de jóvenes que te dan el empujón para caminar la palabra de nuevo.

Estuve pensando en lo que Jeff Foster plantea en un texto, algo así como su manifiesto. Allí fungiendo de profeta, anuncia el fin de la era de los gurús externos. Y de manera muy genuina plantea: el gurú? El gurú eres tú. Sip. Sin más. Punto. Caminaba ayer un trayecto en medio de una montaña, y pensaba, para qué Camino de Santiago de Compostela, si esta caminata, equivale a eso. Para qué visitar un ashram en la India, si en cada clase de yoga que hagas en un salón amplio puedes imaginarte allí y conectar con todas las clases de yoga, transcurriendo en el mundo. Para qué líderes espirituales y maestrías psicoespirituales , si la vida es la maestra, el terreno de las relaciones personales tu ocasión para practicar y tu mundo interno, el infinito espacio donde tu gurú, habla.
Entonces recordé una conversación de hace  años como el sonido de mar en una caracola gigante. El personaje: el maestro André Lemort. El sitio: La tierra, un proyecto de la comunidad budista Zen, tradición Soto, en Cachipay, Cundinamarca. La ocasión: un retiro personal de tres días, antes de un viaje como consultora internacional a un país africano. Allí, el regente, me informa que el maestro Lemort, me viene a saludar y que tengo, posibilidad de tener una breve entrevista con él. En medio de mi asombro, me pregunto, " y de qué voy a hablarle?" . Transcurrido el tiempo, el maestro aparece y yo todavía, con las ideas "estrábicas ". Le digo: " Maestro, estoy con ganas de ir a un retiro en la India, quiero paz". El me pregunta: " Y para ti que es paz?". Yo respondo: " Para mí es silencio". De repente, fuera de script, el maestro me dice: " Para eso te quedas aquí entonces, y, aquí no necesitas visa". Yo no pude evitar, soltar una carcajada, como perfecto "quiebra hielo" para continuar en una conversación cálida, sobre cómo en la India, había una tendencia al consumismo espiritual exagerado que estaba confundiendo a muchas personas. " Allí en ese lugar (pensando en la India como país) te pierdes si no sabes a qué vas". El borrón del recuerdo en la memoria, no me lleva a poder describir como terminó la conversación.
Ahora con las palabras e invitación de Jeff Foster (quién quizás a su vez se inspiraría en J. Krishnamurti), de invertir la mirada sobre un gurú afuera y encontrar el gurú dentro de nosotras, sin intermediación, llego a la conclusión que cualquier oportunidad es única. Perfecta ocasión, como él mismo dice, para dejar que la vida sea la gurú mayor.

"He decidido no tener maestros. No buscarlos más.
la vida misma será mi mayor gurú:
el dolor será mi gurú, la alegría será mi gurú, 
el más profundo desamor será mi gurú. 
Cada relación será mi gurú, 
Cada muerte abrirá aún más mi corazón.
Cada momento me trasmitirá la enseñanza. 
Cada decepción me pondrá más cerca de la paz." 

 (fragmento) Jeff Foster

Paz, silencio para escuchar la voz de la gurú que hay en tí.

Nota: Aquí el manifiesto Fosteriano completo: https://www.facebook.com/sandra.e.osorio.7?hc_ref=ARRXyrozvV4yDTkN-5aRvVxWg3NJAH-0_CXwJ-5plumr47RPYaK1PX4WFLOvJVizcQI&fref=nf