domingo, 28 de enero de 2018

Cambiar de línea o no cambiar, he ahí el dilema

Dedicado a Diana X, mujer a la que encontré el 27 de Enero de 2018 contra una pared de un edificio  después de ser golpeada por un hombre que cuando me acerqué a intervenir, me gritó: “ vieja chismosa, ella es la que lleva 3 años golpeándome”.


Entre las filas y la espera del servicio de transporte público en cualquier ciudad del mundo se presentan a veces situaciones divertidas, conversaciones insólitas que hasta  parecen inútiles pero terminan en su momento, arrancándote una sonrisa, y días después, se transforman en un buen motivo para escribir. Recientemente estaba buscando hacer un transbordo de una línea a otra del MIO -sistema de transporte masivo de Cali, mi ciudad- cuando coincidí con una pasajera en la fila quien sin rastro de “stress” en su rostro, me dijo. “Uffff llevaba una hora haciendo fila en el paradero equivocado”. Sonreí y luego, “sin censura” como a veces soy, solté esta frase: “A veces así nos pasa en la vida.”

Nunca sabré si ella me entendió o si pensó más en el asunto; sin embargo, con esta línea me puse a “jugar” juegos mentales, hasta que se volvió una pregunta: ¿cuántas veces estamos paradas en la vida en los lugares equivocados, esperando que nos pase algo cuando estando allí, es imposible que nos pase?

¿A cuántas de nosotras la vida nos arrincona, nos coloca en situaciones o en relaciones en las que nos quedamos más del tiempo que debíamos? Ustedes mencionen qué situaciones… un trabajo ingrato que no nos permite desarrollar nuestro talento y habilidad; una relación que parece estar sin aire o próxima a llevarnos a la sala de urgencias de un hospital; un país que parece no proporcionar lo esencial para vivir una existencia digna, alegre y segura…en fin, díganlo y sabrán. Y entonces, claro, al quedarnos allí, nada nos pasa. Cualquiera de estas circunstancias, son “hacer-fila-en-el-paradero-equivocado”.

De pronto estamos en la fase del martirio y seguimos cada día, abordando el bus equivocado con tal que vaya a algún lado. Parafraseando a alguien - no sé a qué lumbrera -  parece ser que nosotros los seres humanos, somos los únicos que seguimos haciendo lo mismo esperando obtener un resultado distinto. Otras lógicas, nos dirían que somos los únicos que seguimos apegados a los resultados, cuando en realidad es el cosmos o el universo, en su magnificencia y perfección, el que nos guía y nos entrega los resultados que necesitamos. No sé…no se trata de volver este tópico algo muy existencial ni profundo, por lo tanto, lo diré así: Es urgente, darnos cuenta y hacer algo al respecto. Movernos. Cambiar de acera. Sacudirnos la inercia. Ponernos en marcha, tomar la iniciativa, decidirnos como sea, a hacer algo.

No  olvidemos, la vida como el sistema de transporte de cualquier ciudad, tiene más líneas disponibles. Unas que quizás nos ayuden a conectar con las personas y las experiencias precisas, en el horario y en el momento indicado.

miércoles, 24 de enero de 2018

Hombres de verdad: Bateria al 35% y bajando

Hay rituales de rituales. Creo que las mujeres estamos llenas de ellos y aunque no nos damos cuenta, cada día, los realizamos con la devoción de la maga hasta convertirlos en hábitos: qué nos vamos a poner, qué vamos a hacer en el día y la lista de verificación, las que cocinamos, la proyección en la mente como en una pantalla de cine, qué tal se verá la comida finalizada y así sucesivamente. Vamos actualizando cada día esas rutinas que constituyen nuestro día a día, agregándoles algo distinto para no morir de aburrimiento en el  "modus vivendi" de nuestro ritmo circadiano en ejecución perpetua. 
Hoy en medio de la intención de cambiar la rutina de mi habitual manera de salir, con morral en la espalda y cartera en mano, mudé mis cosas a un morral de menor capacidad y más liviano que el que usualmente me acompaña en mis viajes que es un High Sierra magenta con 3 cierres y múltiples compartimientos y plástico impermeable para protección en caso de lluvias. Y qué pasa? Pues sencillamente olvido poner en este nuevo, el cargador de mi compu. Estoy escribiendo a contra reloj o en contra descarga de mi laptop. No sé si esto sea suficiente para crear lo que se llama un "stress" de escritora pero aquí voy, intentando no atropellar el teclado y por ende, mis pensamientos para esta columna.
Hoy quiero considerar la creatividad a la hora de ponerle nombres a las cosas, personas o situaciones. E inclusive a los locales comerciales. En días pasados caminando por las calles de la ciudad, de donde obtengo la mayor parte de la inspiración, encontré un sugestivo pequeño rinconcito, con este extraño y a la vez fantástico nombre: Gentleman, a place for real man. La traducción diría que se llama: Caballero, un lugar para hombres de verdad.


28% y bajando.

Qué? Un sitio al fin, para los hombres de verdad? Me dije entre sonriente y sorprendida. En un instante como en una escena de cualquier película que copia la técnica del famoso director italiano al que le encantaba trabajar con Mastrionani, en la que un gran foco de luz cae sobre la actriz o actor principal, y todo lo demás se funde en una profunda oscuridad y salen entonces, todos sus pensamientos o sentimientos a ser parte de la escena, me quedo yo, esta ciudadana  del montón, congelada y navegando en el crepitar de mil preguntas: Qué es un sitio para hombres de verdad? Quiénes son los hombres de verdad, dónde están? Este lugar qué es? 

25% y bajando

Entonces detallo el logo símbolo y veo una barbera, una tijera y una copa...ahhhhh! Es una barbería, uffff. Una de tantas que últimamente se han inaugurado en la ciudad con esta moda pueblerina de poner en inglés los nombres de los locales comerciales. El barber-shop. Es como si colocándole un nombre en otro idioma la clientela fuera a multiplicarse o al menos a querer entrar para ver si al sentarse en el asiento del barbero, después de un corte de pelo, se convierten en  personas bilingües. 

Los lugares o sitios para los hombres de verdad...vaya. En este momento, creo que hay muchos... demasiados...TODOS. Los supuestos macho alfa, que son quienes en la mayoría de casos controlan, deciden, lideran, parecen haber llegado a todos los sitios y más allá. Están en las noticias, en los parlamentos, en los estadios, en los bares, en los puteaderos, en los sitios más insólitos.Y aunque existen intentos de otros modelos no tan alfa y no tan machos (leáse Justin Trudeau, uno de mis favoritos), en las noticias , nos inundan los casos de estos supuestos "hombres de verdad" en las instancias donde se le da contenido a mucho de lo que es nuestra vida social, económica y política ( Veáse la junta de nuestro Banco de la República).

Foto tomada de revista online Dinero 
20% y bajando.

Los lugares o sitios para los hombres de verdad verdad, les informo, son también la cocina, la casa, haciendo las labores domésticas ordinarias de una manera amorosa y consistente con esto que se llama construcción de relación de pareja, construcción de familia. Sus espacios los están esperando en las redes de apoyo ante los menos afortunados, los enfermos, los débiles porque esto que ha sido asignado de manera tan "natural" a las mujeres dentro de la sociedad, y que se conoce como el autocuidado, es la oportunidad histórica que tienen ellos como seres humanos, de desarrollar su humanidad en un sentido más integral.

Los hombres de verdad son aquellos quienes toman esta oportunidad y la exploran hasta las últimas consecuencias, rompiendo con el molde de machos y desatendiendo el ser encasillados en unos pocos roles como proveedores, " play boys", protectores de una masculinidad caduca que está llevando a que cada vez aparezcan las palabras acosadores, abusadores y asesinos asociadas a los perfiles masculinos de nuestro tiempo.

Woody Allen, Rupert Murdock, Rafael Uribe Noguera u hombres nuevos?

7% y se descargó.

sábado, 20 de enero de 2018

Cualquier día, cualquier calle en Cali



Muchas discusiones sobre la "toma" o invasión del espacio público siempre han girado en torno a las personas que desde su situación de precariedad económica se ubican en los ándenes, puentes, pasos peatonales y nos ofrecen toda clase de productos. Van desde los famosos dulces, golosinas y chicles, hasta los grasosos fritos de tradición como empanadas, hojaldras, papas rellenas y demás viandas, que a los peatones, les sirven para "matar el hambre".
Entre las rutinas que tengo de transportarme en el servicio público, cero conexión con celulares o tecnología -lo cual me ha permitido estar atenta a mis alrededores y saber qué está pasando en el mundo que me rodea-, recientemente caí en la cuenta que nuestra ciudad, tiene una creciente población de personas sin techo, alojadas de manera más o menos permanente, en las calles y andenes. Digo que ha crecido y quizás no sea exacto, sino que antes no lo había notado. Y entre estos habitantes callejeros que empecé a notar, descubro una población mayoritariamente masculina que se ha ido desperdigando en especial, en las calles del centro, y que son consumidores de sustancias que van desde el pegante o cola, hasta el bazuco, la marihuana y quién sabe qué otros aditamentos.
Estuve observando los lugares preferidos de estas personas y son las construcciones o edificaciones que tienen poco movimiento y algunas creo, se encuentran vacantes. Allí se van esparciendo al resguardo y apoyo de cualquier pared firme, a drogarse, y luego "vacios de su propia humanidad" se van desmadejando en un sueño o viaje.
Los sigo con la mirada y de nuevo, mi imaginación fecunda, los transforma en coloridos hongos que le han ido saliendo a la ciudad, en sus horas de ignorarlos y abandonarlos a su suerte. Usualmente los acompaña un costal o un perro que también parece dormir el sueño de los animales que sueñan. 
Nuestro gobierno local no sé qué compromiso tiene con estos "seres hongos" que van apareciendo salvajemente sobre nuestra transitada vida de ciudadanía indolente, desarticulada de una visión compasiva para este conjunto de seres humanos y su pérdida de voluntad ante la adicción. Quizás muchos no quieran otra vida.  O sencillamente, han olvidado quiénes son y lo único que parece reclamarlos es ese costal, ese perro, ese anden, esa calle poco transitada...
Un viaje parecido al de este tipo de viajantes tendremos las personas viajeras al estar en contacto con otra realidad, otra cultura? Nos volveremos también adictos a esta forma de vivir entre maletas, países y aeropuertos? Risas.

miércoles, 17 de enero de 2018

De Tinder y otros relatos

No es extraño encontrar en esta época de comienzos de año a personas cerrando el ciclo de encuentros famililares por allí desperdigados por las calles que frecuentamos. A veces inclusive coincides con estos habitantes temporales de la ciudad, en tus cafés, restaurantes, supermercados favoritos, y entonces, se suscitan conversaciones que empiezan por lo anodino y terminan en lo profundo, en la nuez, en la esencia del ser.

La conversacion va desde la sorpresa de ver a las personas que hace poco estaban kilómetros, oceanos aparte, allí sentadas o paradas frente a vos. Me pasó y tras recuperarme de la sensación de asombro inicial, pasando a tomar el hilo de la vida, y después de preguntar lo reglamentario, aparecieron genuinas preocupaciones por aspectos relacionados con la política nacional e internacional, la situación económica y los asuntos del corazón.

Como este último tema siempre me ha parecido de humano interés, mi recolección de las conversaciones en el tapete de la memoria, me lleva a apurar dos o tres percepciones. Las conversaciones con los hombres y las mujeres, son muy distintas. Las sostenidas con los hombres están llenas de un realismo descarnado y en su momento, genuino y valiente. En el caso de las de mujeres está lleno de idealización y romanticismo. Entre las personas más jóvenes, hay matices que parecen salidas de una buena escena de películas corte europeo. Entre las mujeres, en este caso, mayores de los 40 años, hay un acento nostálgico y quizás, imbuído, de esa pátina particular que el desencanto logra hacer caer, sobre las cosas.

Me encontré digamos con Dante (nombre ficticio), Luna y Beatriz (ficticios también). Dante en sus bermudas informales y con su humanidad afectada por una reciente lesión en una rodilla, al abordar el tema de en qué va la vida en el país de Trump, suelta algunos apuntes afilados como una hoja de afeitar. Entre palabra y palabra, no sé por qué quiebre de la comunicación, se me ocurre preguntarle: " Y tu corazón, cómo va?". Ante esto lo único que hace después de respirar un poco más despacio que lo que venía haciendo, responde: " Allí no hay nada". Quizá lo dijo, usando otras palabras. Ploppp, me quedo un poco catapultada por la imagen de este ser, quien podría estar de pie o sentado frente a mí, con un enorme hueco entre el pecho, donde nos han dicho que está el corazón. No puedo decir que la imagen me afligiera instantáneamente, pero sí luego, cuando en lo que suele hacerme a veces la imaginación, veo cómo el hueco se logra agrandar y de repente parece como si se lo "tragara" en un segundo. Ahí sí me quedo en modo pasmada.
La otra conversación fue con Luna y Beatriz en diferentes momentos y entornos. Luna es una mujer de 24 a 26 años, que me parece interesante porque siempre está tratando de superar los límites y traspasar fronteras. Lo que mejor la define ante mis ojos, es el ser inquieta. Vamos! ...a esa edad, quién no lo es?. Sin embargo, cuando tocamos el tema del corazón, inmediatamente, se remonta a contarme que precisamente tiene después de tomarse un café conmigo, una cita con un "alguien" que ha logrado contactar a través de una aplicación en su teléfono móvil: Tinder. Entiendo que ahora mucho de lo que llamamos relaciones se mueve a través de estas redes y aplicaciones. Ella, me explica cómo funciona y manifiesta su emoción de una cita más. Entretanto, mi cerebro racional, se hace bajito, una pregunta: Será esto confiable? Y no profundizo, deseándole que todo salga bien.
La conversación con Beatriz, transcurre en la esquina de uno de los barrios más emblemáticos de Cali, San Antonio, en la que ella me comparte planes de irse en el verano de 2018 a Francia porque tiene dos amigos, que estarían gustosos al recibirla. " De pronto allá conozco entre sus amigos, un hombre interesante. Quiero tener pareja". Uffff dicha! Viajar, siempre es bueno, ahora, con este propósito de encontrar a alguien, me suena que si el resultado sale de acuerdo con las expectativas, puede ser espectacular para ella. No digo nada. La abrazo deseándole también que todo le "cuaje" y sigo mi camino.

Son los pasos en mi camino precisamente después de estos encuentros, que me llevan a pensar, que igual cayendo en una generalización, algunos hombres están viviendo en el "sin corazón", mientras, la mayoría de las mujeres, están en el "demasiado corazón". Y el sin-sin, no es malo. Tampoco es malo, el mucho-mucho. Sin embargo, entre unos sin un corazón para compartir y otras, con un corazón que siempre hay que llenar de relaciones como hay que llenar los directorios de contactos de los celulares, o, las páginas de las redes, de "likes", pues creo que vamos construyendo un abismo cada vez más grande entre mujeres y hombres para esta emoción humana, que llamamos amor de pareja.

Qué pasaría si Dante se dedicara a hacer que le nazca de nuevo un corazoncito para cuidar y amar, por si mismo? Y que les sucedería a Luna y a Beatriz, si antes de buscar otra vez en Tinder o Francia, un nuevo encuentro con un alguien, se buscaran en cada latido de su corazón y se hicieran, una pregunta:  para qué quieren un encuentro más con un otro?.
En fin, nunca esperaré las respuestas en esta columna porque ni siquiera las estoy buscando. Quienes me conocen saben que me encanta hacer preguntas. Risas.
Termino con esto. En la película francesa, " La fiesta de la vida", hay una escena que me hizo ir al baño de la risa. Un hombre entrado en su madurez plena, intercambia conocimientos con un joven, entre los cuales está, el de cómo buscar, en un radio de no sé cuántos kilómetros, una mujer disponible, utilizando las poderosas herramientas de la georeferenciación y la tecnología ( leáse aplicación para búsqueda de pareja). El hombre como niño con golosina nueva, se pasa enloquecido viendo entonces en la pantalla de su celular, dónde aparecían las candidatas, sin casi darse cuenta, que las tenía todas enfrente.
Y del corazón? Todo un universo en construcción.
Imagen tomada de libro de Amalia Andrade

lunes, 8 de enero de 2018

La familia y las fiestas decembrinas

Pasando las festividades y las cosas retornando a la normalidad, el FaceBook lleno de mensajes, la cabeza llena de recuerdos de buenos y no tan buenos momentos, provoca una reacción en cadena de alcances planetarios. Es necesario entonces empezar este ejercicio de la escritura como un viaje interior en el que colocamos alguna perspectiva a lo que se ha removido dentro.
Entonces empezando por los mensajes de la red social, no sé si es la más popular, pero la única en la que he aceptado participar, aparece un texto que cito en mi versión personal, " Lo que la persona piense o sienta de ti, no lo puedes cambiar, así que no lo intentes. Por eso, vive tu vida y sé feliz". Sabiduría pura? Frase manida que se escucha por todas partes? Otra manera de sencillamente decir, vive y deja vivir? Quizás. En fin, la usaré como trampolín para la reflexión inicial sobre la familia que se desató, después de compartir unos buenos días con parientes que no veía hacía un buen tiempo. 
Las personas de tu familia, se han fijado en tu memoria a través del tiempo y cada nueva oportunidad de encuentro, lo que genera, en mi manera de ver las relaciones, es la química para reforzar lo que pensamos o sentimos de ellas, o para sencillamente, agregar detalles, a ese trazo general que constituye lo que conocemos como hermana, tía, madre. 
Los detalles pueden darse con una brocha inquieta y gruesa como la de un pintor de brocha gorda o con aquellas finas pinceladas aplicadas de manera sistemática para crear un efecto puntillista que enriquece la visión del conjunto. Y son estos momentos de intercambio de risas, angustias, palabras como los de las fiestas decembrinas, que nos vamos viendo en un marco de referencia familiar, con unos rasgos particulares que ratifican lo que ya hemos intuído. En mi caso, el buen humor y la beta irónica corre en mi linaje, el gusto por la buena mesa, como el gusto por los licores fuertes y suaves, viaja en las venas de la familia, los estilos de vida que se desarrollan entre los miembros de mi clan, pasan por los sanos, no tan sanos, los santos y los no tan santos... risas. Y así, poco a poco, surge la noción que el tiempo entero algo que se ha puesto tan de moda en estos tiempos, las constelaciones familiares (terapia sistémica para encontrar los nudos que nos mantienen atrapadas en el patín del pasado, repitiendo historias y conflictos generacionales), está en acción minuto a minuto. 
La vida familiar es un permanente "performance" de escenas en las que volvemos una y otra vez a reconocernos con las mismas dosis de humor, drama y comedia - o debo decir, tragicomedia - a las que nos hemos venido acostumbrando y que constituyen, por eso, nuestra zona de confort o , en otros casos, nuestra zona de guerra. 
Y al final del "performance", escena Shakespereana, Albeena o al buen estilo "país paisa", lo único que te queda por concluír es: tu madre es así, tus tías son así, tu hermana, igual, es así. En estas constelaciones familiares nadie se encuentra jugando su rol, gratuitamente. Allí están tus espejos, tus motivos de indagación sobre quién eres, y si observas más allá de lo aparente, alcanzas a ver el hilo que une y separa tejiéndose infinitamente. Casi puedes ver la cadena del ADN circulante... así es la familia. La que nos regaló la vida, la que hay que agradecer, aceptar, amar y claro, en su momento, dejar ir con una sonrisa.