sábado, 3 de abril de 2010

Más zazen

Marzo 11, 2010
Anoche se me quedó una última reflexión antes de dormir, por registrar en este diario. Rendirse, entregarse ante las circunstancias actuales no ha sido fácil. El dolor está en una dimensión cercana a lo que realmente no se soporta y sin embargo, allí hay que sostenerse y dejarlo ser. No lo he logrado sino por momentos. Quiero rendirme, en silencio. Traspasar el umbral de lo soportable para ver y sentir algo diferente. O no sentir. Traté de hacerlo pensando en todo lo que he soportado ya en contextos diferentes, y no surtió mucho efecto. Seguiré intentando.

Comienzo el día a oscuras. Meditación a la luz de la vela y la verdad, no es una ideal para mi. Daba cabezazos a diestra y siniestra. Entonces en medio de tal desastre, vino un movimiento estomacal inusual para las horas qué eran, es decir, las 3:30 de la mañana. Estuve ordenándole a mi intestino que no hiciera ningún movimiento osado. El dolor en el cuerpo, sigue. Es masivo. Es total. Duele hasta el cuero cabelludo. Sin embargo, voy aceptándolo y soportándolo. En medio de todo se trata de una respuesta a mi práctica. Luego vino la tanda de samú ( meditación en movimiento) y allí, la lucha no es con el zafú (cojín donde se practica la meditación), sino con la pala, el rastrillo y la carreta. Mi herida del dedo índice izquierdo mejoró notoriamente.
Después de almuerzo, voy a recoger unos nardos en la parte alta de La Tierra. El samú de hoy: recoger hojas caídas, extraer puntillas de una madera de un piso de una casa que fue levantado. En esta última actividad aprendí que el dicho de "un clavo, saca otro clavo", es mentiroso en parte. Y no por lo que todo el mundo dice. A veces, para sacar un clavo, es necesario, volverlo a clavar y luego sí, sacarlo con buen cálculo y tino. Je,je,je.
Pensamientos fugaces mientras medito: " No puedo interrumpir la belleza del silencio en común".

Marzo 12, 2010
El dolor ha cedido. O por lo menos, le doy menos importancia. Cada vez me siento como si los pensamientos bailaran menos en mi mente. Ahora me quedo contemplando las figuras que se hacen en la madera del piso del dojo. Hago/invento figuras con los claroscuros de las betas de la madera en ciertas partes y en ciertos momentos cuando la luz cambia, veo triángulos, rombos, perros juguetones.
Esta mañana en la sesión de las 9:15 a.m. de zazen, sentí y olí muy fuerte. Sentí el sol acariciándome y olí el incienso con su aroma dulzón envolvente. Pensé, después de sentir, qué caricias hermosas, qué alegría!
En otro momento pasó por mi memoria, el recuerdo de los sueños de anoche. En una porción de uno de ellos, vi a I.L., en el lanzamiento de su campaña política. Literalmente se lanzaba con arnés y una prenda que parecía un vestido de baño a un gran precipicio o barranco, muy sonriente, casi desnuda. La política se filtra en mi retiro personal. ¿La política en zazen o el zazen de la política?

Bueno, se acerca el fin de mi sesshin o retiro personal. Hoy viernes, es la última noche. Mañana estaré a esta misma hora con mi deseo de un tiempo en un sitio de meditación, con mucho silencio y zazen, cumplido. Hoy he meditado por un lapso de 5 horas y 15 minutos. Me siento rendida. Los dolores como ecos en cada coyuntura y músculo; sin embargo, me siento también orgullosa y mucho más tranquila.
Hoy en las últimas sesiones, pensé en la magia del gong. El gong que suena antes de cada zazen. Es un sonido claro y universal. Es pura ceremonia. Suena 3 veces y exige presencia de parte de todos y todas las practicantes. Cuando suena al final una siente, un gran alivio porque significa el fin del esfuerzo por estar quieto en un estado de total concentración en el aquí y en el ahora, y este esfuerzo cuesta.
Me llevo la impresión que este es un lugar al que con gusto regresería para compartir más tiempo en la comunidad. Sólo que no sé cuándo.

Marzo 13, 2010
Tres nuevas memorias en el cuerpo. La fragancia del nardo en la noche. El sonido del gong cortando de manera concisa el tiempo, el silencio y el espacio; y los mini-arcoiris desplegándose entre las minúsculas gotas de lluvia artificial que recreaba con mis manos desde una manguera con la que regaba los jardines de La Tierra.
Son las 11:25 del día. Mi tiempo de sesshin personal casi llega a su fin. Las últimas sesiones de zazen fueron más rápidas que las primeras. El cuerpo se siente en tensión. Cuando traté de hacerlo salir de dicho estado, me siento con más pulmones para respirar y mejor posición en la cadera para sentarme.
No puedo, sin embargo, mentir. A veces quería que el tiempo de zazen pasara en cámara rápida para terminar con el dolor y/o el adormecimiento de pies y piernas. Quería que volara el reloj. Y no. Cuando el reloj no vuela, es el tiempo de las moscas jugueteando en mis brazos. El tiempo de presentir ver las hormigas, mosquitos entretenidos en su vida sin tiempo, inicio, fin, sin gong ni sutras.
En la práctica el día está dividido entre golpes de metal y madera:
tiempo de zazen
tiempo de samú
tiempo de alimentos
tiempo de dormir
y ningún tiempo libre.
Está implícito que disponerse a un retiro como este -- y creo que como cualquier otro-- conlleva la pérdida de la libertad. Cumplimiento de normas y reglas nuevas. Por qué? Porque es precisamente lo que se viene a hacer: a ejercitar la vida en la entrega de lo más preciado. El rendirses y doblegarse, entregar la voluntad propia para que el caracter o la naturaleza propia aparezca. Todo igual en este diario es un ejercicio de intelectualizar lo que no se puede intelectualizar. En fin, en el camino voy. Lugar de partida: La Tierra, Cachipay, Cundinamarca. Punto de llegada: un interrogante. Hasta aquí escribo.

viernes, 2 de abril de 2010

Retiro libre en La Tierra, Cachipay, Cundinamarca, Colombia

Marzo 09, 2010, 19:03.
Acaba de terminar mi primer mediodía de retiro y práctica de Zazen libre, en el Templo La Tierra, en Cachipay, Cundinamarca. Llegué al pueblo alrededor de mediodía y a La Tierra justo cuando estaban terminando de almorzar, los residentes ( 3 personas) y el Maestro A. Lemort. Se reían sobre el estilo de picado del repollo en una ensalada que A.Lemor con su sentido del humor usual califica de "justa y buena" para ejercitar la agresividad en la mandíbula. Se mencionaron formas de ablandar el repollo para hacerlo o volverlo más comestible. El menú del almuerzo además de la famosa ensalada de hilachas duras de repollo fueron lentejas que tenían nueces picadas en trozos como novedad. Todo acompañado con agua aromática de limoncillo.
Después del almuerzo me desempaqué y entonces cuando me disponía a tomar una siestecita porqe me sentía cansada, me llamaron a samu, que son trabajos en algo como oficios varios. Me pidió Amparo, una de las residentes que permanece aquí, que desmalezara una parte del jardín. Me iba a pasar un machete y me preguntó que si lo quería filudo o no. Yo preferí no tan filudo porque no sé de machetes. Adicional al machete, una especie de barreto. Me dediqué con alguna prevención a la labor y definitivamente, me sentí tan fuera de lugar. Desmalezar es algo que no he hecho nunca y pensaba que tenía que tener su ciencia. Primero que todo saber qué es maleza/ qué no es. Luego acertar en la mejor herramienta para ayudarse y, por último, tener la precaución de tener algún mecanismo para deshacerse de las malezas podadas. Novateando casi me bajo un dedo de la mano izquierda, me salió una ampolla -- y eso que tenía guantes-- y con la carreta que recogí las malezas me dí un golpe que desde ya presiento se tornará en un tremendo morado.
Y en este ejercicio de desmalezar y luego de limpiar las herramientas utilizadas, pensé en lo importante que es limpiar la propia vida de malezas. Lo necesario que es este ritual de dejar que lo que es sobresalga, y eliminar de los alrededores lo que pareciera que es parte de uno pero que en realidad es un "colgandejo" o un parásito en simbiosis con uno. Este tema deja preguntas sobre lo que tengo que limpiar - eliminar en mi vida.
Después del respectivo tour y de conocer el dojo, repasando antes los puntos esenciales de la postura de meditación, entré en mi primera sesión de zazen de las 16:00 a las 17:30. Fue muy dolorosa. Las sensaciones en el cuerpo se concentraron en las piernas dormidas y en un malestar de una especie de picazón en la garganta que no era una tos, pero que quería manifestarse con ardor, incomodidad y una profusión de fluídos: llanto, nariz escurriéndose y por detrás de la garganta, una lluviecita densa.
Lo que tenía que pasar pasó: vi mi mundo de ideas, pensamientos, recuerdos pasando como en una pantalla dentro de mi cabeza. Luego sentí el sol cortando sobre los ojos. No fue desagradable. Sentí también el calor de la luz en mi cabeza, descendiendo suavemente hasta mis hombros. Luego el esfuerzo por no moverme y dejarme llevar por el dolor al deshacer la postura. Estuve feliz al saber que no interrumpí. Y más feliz aún cuando Juan, me dijo que le parecía que estaba realizando bien la postura básica de medio loto.
Después de todo esto, una buena ducha de agua caliente, me hizo querer saltar de inmediato a la cama. Y aquí estoy, haciendo otro esfuerzo para no estar ya entre las cobijas porque quiero escribir sobre esta experiencia. Voy a hacerlo cada día si es posible. Estoy exactamente donde quería estar desde Diciembre 2008. Con el cuerpo adolorido en toda y cada una de sus partes. Sin embargo, sintiéndome bien con este cansancio. Con este cuarto mínimo, con la ducha fuera del cuarto y la comida vegetariana. Estoy bien y quiero seguir así.Mañana será otro día. Voy a leer algo y luego a dormir hasta las 3:00 a.m. que es cuando la primera sesión de zazen empieza.
Me voy entonces a la camita, en tiempo del templo; es decir, a las 19:32 p.m.

Marzo 10
Así como a Frida la salvó la pintura de la la locura y el dolor, a mi hoy me salvaron los pájaros. Sus cantos. El pausado diálogo de unos y otros, me hicieron olvidar el dolor tenaz en las piernas y rodillas. Sus trinos y músicas me retuvieron sentada sobre el cojín de meditación o zafú, y no salir en cambio gritando, gimiendo del dolor. En la segunda sesión de zazen del día puedo decir que me salvó la naturaleza. A Frida la salvó la cultura.
Son las 11:33 del día y dentro de media hora almorzamos. Leeré un rato o quizás hasta alcance a darme una minisiesta.
A las 18:15 después de la comida de genmai (?) o sopa de arroz, y de una ducha caliente, me siento completamente exhausta y adolorida. El dolor se instala en mi cuerpo desde las plantas de los pies a los brazos y las palmas de las manos. Lo único que me gustaría hacer es acostarme, leer un poco y dormir mucho. Eso haré. Mañana será otro día de retiro y práctica de zazen intensiva que me dejará igual o peor que hoy. Buen descanso para mí!!