Es Septiembre de 2014. Más exactamente el 09 del mes 09. Voy rumbo a Cali desde Santa Marta y cierro así una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido en los últimos tiempos. Después de un año en clases de Yoga en Cali con Ama Yoga, me decidí a darme un retiro de yoga frente al mar con Natural Yoga, una escuela de esta práctica milenaria en Bogotá, Colombia. En frente del mar Caribe y en medio del parque o reserva natural Tayrona en Bahia Cinto. Si no te transforma esto, qué más puede transformarte?
Me siento recargada, revigorizada, restituída, re feliz y dispuesta a enfrentar lo que sea.
Los regalos que me he dado en estos días de sol, yoga, mar, comida sana y amistad espontánea, me van a durar en la piel y el alma por mucho tiempo. La sensación que queda es la de una expansión celular que se transforma en una expansión del total del alma. En general, se proyectaron en mi cuerpo y corazón emociones expansivas ante tanta belleza y armonía.
Belleza exquisita del paisaje en el que había bahía, atardecer, un amanecer a la luz de la luna que conmovían todas las fibars grandes y pequeñas de mi ser.
Armonía por la camaradería que surgió como algo natural entre los compañeros y compañeras de retiro. También al realizar la práctica, las posturas que realicé frente al mar dejaron en mí la sensación que la montaña, la luz, el sonido del agua golpeando la playa y yo eramos uno/una.
Desde el primer día del retiro, me acompañó la certeza que nací para vivir esta experiencia.
Me queda el agradecimiento otra vez por todo este despliegue ante mí de vida, belleza y armonía. Gracias. Namaste.
Me siento recargada, revigorizada, restituída, re feliz y dispuesta a enfrentar lo que sea.
Los regalos que me he dado en estos días de sol, yoga, mar, comida sana y amistad espontánea, me van a durar en la piel y el alma por mucho tiempo. La sensación que queda es la de una expansión celular que se transforma en una expansión del total del alma. En general, se proyectaron en mi cuerpo y corazón emociones expansivas ante tanta belleza y armonía.
Belleza exquisita del paisaje en el que había bahía, atardecer, un amanecer a la luz de la luna que conmovían todas las fibars grandes y pequeñas de mi ser.
Armonía por la camaradería que surgió como algo natural entre los compañeros y compañeras de retiro. También al realizar la práctica, las posturas que realicé frente al mar dejaron en mí la sensación que la montaña, la luz, el sonido del agua golpeando la playa y yo eramos uno/una.
Desde el primer día del retiro, me acompañó la certeza que nací para vivir esta experiencia.
Me queda el agradecimiento otra vez por todo este despliegue ante mí de vida, belleza y armonía. Gracias. Namaste.
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