El año 2015 terminó. Con él una época de viajes distintos a los que suelo documentar en este blog. Miradas propias, reflexiones personales... trazos y cartografías interiores. Cambió el año, soy otra?
No sé. Me siento distinta por la capacidad que tengo ahora de ver y oír lo que antes parecía imperceptible. Y por eso, cuando los rumores de las conversaciones sostenidas durante el pasado mes de diciembre, empiezan a apagarse, me pongo a pensar en cómo me sentí en el cierre de año. Me reuní con grupos diversos y compartí, la palabra, la risa, el abrazo, la buena comida y el buen vino, con mis grupos de yoga, el combo de educadoras y el clan del feminismo. Me identifiqué un poco con todos y todas. Sin embargo, me sentí mejor en aquellos grupos en los que no necesito ampararme en un discurso para poder interactuar.
Luego, cansada de tanto hablar, decidí refugiarme en un auto retiro para digerir las experiencias. Saliendo de él, me reuní con algunas buenas amigas y descubrí que el mal de la época, ha sumido a algunas de ellas, en una bruma que les impide ver que sus vidas, son perfectas. Sus posiciones de seguir sintiendo que "algo les hace falta" por no ser madres, por no tener pareja o no tener libertad de pesados yugos familiares, les deja un sinsabor o un trago agridulce en la boca.
Todo se complica cuando vivimos la existencia desde el lugar de la expectativa. A algunas me atreví a despacharles mensajes de año nuevo, planteándoles un cambio en la óptica. Es sencillo. Mejorar la perspectiva sobre lo que se tiene y se es, agradeciendo por tenerlo y serlo, en vez, de estar dando círculos en lo no alcanzado, me parece un mejor camino a seguir en el año nuevo.
Con los primeros días de 2016 y estos pensamientos en el fondo de mi mente, me lanzo entonces de nuevo a la aventura de un viaje. A seguir descubriendo los signos y sus significantes/significados.
Año 2016, año Saussuriano?
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