viernes, 9 de febrero de 2018

Palabras SALVAdías


No sé cuánto de este ejercicio de la escritura viene del reflejo o de la pasión. Como quiera que sea hay días en los que sencillamente sientes que estás que te escribes y punto. Hoy es uno de esos días. Más cuando es viernes y, aunque la mitad del día ha salido dentro de la agenda planeada, la otra mitad, sin saber a ciencia cierta por qué, empieza a desmoronarse. Todo corre mal. Hacen su aparición como en un teatro del absurdo, toda suerte de obstáculos e inconvenientes, malabarismos sincronizados en los que las personas que se habían comprometido, te refieren o “pelotean” a perfectos extraños para hacer el trabajo que con antelación había sido pactado.

En ese momento y como por instinto sabes que tienes que lanzarte a la página en blanco y hacer catarsis. Debes encontrar ese pedazo del mundo en el que estas contigo misma y no existe sino el teclado, la pantalla, el aire rodeándote, la palabra rondándote y tratando de nacer con sentido completo, para darle un giro a tu día. Palabra-SALVAdías, palabra-aspirina, palabra-en-caso-de emergencia-rompa-el-silencio.

Ni sé bien por dónde empezar. Ha sido una semana peculiar. Primero, he sido invitada por una prestigiosa universidad de la ciudad a hacer parte de un grupo de panelistas en el tema (más o menos) “Relaciones hombres- mujeres: ética, poder y sexo”. Segundo, me ha tocado presenciar un quasi-asalto en uno de los articulados del transporte público y, por último, hoy he conocido a Leonor en mi hora de almuerzo quien sin pedírselo, me contó su historia.

¿Será que las personas que nos dedicamos a escribir, sin proponérnoslo, nos volvemos magneto de situaciones y personajes que anónimamente quieren volverse relatos?

En el paso rápido de las páginas de mis días, tengo que contarlo: Rechacé la oferta de la universidad. Y lo hice porque no me considero especialista en el tema. Tengo un punto de vista, claro. Inclusive he asumido una postura al respecto. Sin embargo, la imagen de estar en un auditorio compartiendo mesa de panel, con personas expertas vino a mí como en una visión premonitoria, y me hizo sentir incómoda. Igual si hubiera participado habría terminado haciendo de todas las intervenciones, la más corta. Habría dicho algo como: “Buenos días. El tema que nos convoca hoy, las relaciones hombres- mujeres: ética, poder y sexo, me trae a la memoria el chiste clásico en el que dos amigas están conversando y la una pregunta a la otra: ¿Oye, cómo te fue en el divorcio? y la aludida contesta: “Él se quedó con todos los bienes y yo con todos los males”…pues bien, este tema, es más o menos lo mismo. En la repartición de esta sociedad tan justa (sonrisa sarcástica), parece ser que a las mujeres nos han endilgado tener ética y a los hombres se les ha adjudicado tener todo el poder y el sexo ...que quieran”.

La verdad nada muy académico. Risas.

En el relato relacionado con el asalto en el bus, las circunstancias rodeando el hecho, fueron bizarras y me llevaron a enfrentar una realidad que no había reconocido y es que, las mujeres también cometen hurtos y delitos.

Esta mujer en sus 30 años, roba a un hombre más joven quien percibió la fechoría cuando ella le extrae un celular del morral. El hombre la confronta a gritos para que se lo devuelva ante la mirada de las 30 personas que estábamos en el bus. La mujer al principio niega tenerlo, pero ante la persistencia del afectado, le toca entregar el botín. Lo extraño es que el incidente que duró unos pocos minutos dejó “hipnotizados” a todos los usuarios de este medio de transporte, porque ninguna persona, pareció reaccionar ante la mujer la cual continuó en el bus como si nada hubiera pasado. Nadie parecía querer hacer nada, ni siquiera el afectado.

El evento es extraño porque pocas veces vemos a las mujeres en el rol de delinquir.  Desafortunadamente la vida y las circunstancias de desigualdad en nuestro país, arrinconan  a algunos hombres y mujeres y los lleva a cometer actos no muy santos, como estos.

Terminaré aquí citando a Fernando Pessoa en su Livro do desassossego: “Sabe acaso alguém o que é certo ou justo?”. Yo tengo una idea. Será la misma para todo el mundo? No creo, no sé, no respondo.

Benditos los días que se desmoronan.

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