Estoy en tierra turca. Increíble pero cierto.
Este sí que es un destino que no esperaba tener aunque fuera por un breve
tránsito. Tengo dos horas de escala porque mi verdadero punto de llegada, es…
es, es, la ciudad que tiene un nombre que al leer al revés, se lee AMOR. Roma.
Sí, merecida Roma. Sí, soñada Roma, allá voy.
En el inicio de 2018, por aquellas sincronicidades
del destino pregunté a través de un breve correo por los ires y venires de una
amiga japonesa, sobre la que sentía que había perdido la pista. Mi amiga en una
sorpresiva y rápida respuesta me compartió que ahora, se encontraba radicada en
Roma y que cuando quisiera podía pasar a visitar. De inmediato, me puse a
imaginarME en las calles romanas, caminando con la caída del sol a mis espaldas
y heme aquí: despertando nueve meses después, en una Roma gris, lluviosa y con
mi espalda un tanto adolorida después de todo el trajín del viaje entre
continentes.
Estoy en el aeropuerto Ataturk de la ciudad de
Estambul. Me preparo para abordar el siguiente vuelo que me pondrá en otro
aeropuerto nuevo para mí: el Fiumicino en Roma. Llaman a abordar ahora.
En el aire reflexionando antes que
acabe el trayecto, sobre la experiencia Turkish Airways y el avión que me trajo
desde Miami, un Boeing 777, tengo que decirlo, el servicio de esta aerolínea, es
fenomenal. Y de lo mejor que tiene es su comida. Increíble el sabor del bacalao
con zuccini que tuve la oportunidad de degustar. Pensé que no iban a servir licores pero gracias al
universo, me equivoqué. Toda una experiencia multi-sensorial. Una aerolínea en la que el chef del avión, sale a despedirte junto con
el piloto y los asistentes de cabina, tiene que ser distinta. Quise decirle algo
al chef y hasta darle la mano pero no me atreví, dejando que mi espectacular y agradecida sonrisa, lo dijera todo.
Ya van dos cosas inusuales en este viaje: Una, el aeropuerto donde hice escala larga, el Miami International Airport, tiene un Yoga room, o salón de yoga donde puedes estirarte, y si tienes tiempo, hasta hacer una práctica personal, la cual hice. Así que no olviden que el tapete de yoga es mejor llevarlo siempre a la mano. Dos, una aerolínea en la que el chef es tan importante como el piloto de la nave, Ja!
P.S. Quizás son tres las cosas inusuales. La
tercera es que el Ataturk, es un aeropuerto con carritos para el equipaje
tipo los de supermercado, que ves por allí, y puedes tomar, a ningún costo (O
serán los de las tiendas del duty free que puedes utilizar también para
trasladar tu equipaje? Como sea, sirven).
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