viernes, 27 de septiembre de 2019

Latitud norte: 4.32´ Longitud W: 73.56´

En estos días en los que conocidos y amigas, han terminado o han comenzado, el Camino de Santiago, un proyecto que tenía para estos meses y que no cristalizó, me ha dado por fluir y dejarme arrastrar por los azares de la vida.

Estoy en una zona rural, en otra montaña, en otra coordenada geográfica: Latitud norte: 4.32´ Longitud W: 73.56´. Región montañosa y oriental de Colombia, a 36 km de Bogotá. El nombre del lugar, Choachí. Oficialmente San Miguel de Choachí. Un lugar, que aunque, el clima que lanza Saint Google, dice que es Oceánico (tostado viejo Google), se siente muchas veces, más como el clima de cordillera; templado con tendencia a bajar en las noches. De acuerdo, al temperamento del día, puede haber amenaza de sol o de lluvia, un poco de todo o nada a la vez. Temperatura media: 18 grados.


Esta introducción extensa es para establecer un mapa. Un sitio. Un territorio otro, al que he llegado impulsada por esa fuerza que se conoce como la de los acontecimientos; la que repentinamente, como en un collar de cuentas bien colorido, encadena estados y situaciones, para volverlas un diseño perfecto.

El desencanto - no hacer el Camino - engendra, magia.

Y así se siente El Silencio. El silencio que me rodea, y El Silencio, que es el nombre del lugar- que por esas cuestiones que nunca se dejan definir- me ha adoptado por estos días. Magia, porque la tierra es abundante, la casa cómoda, la gente amable y sencilla, las amigas y hermanas, amorosas y hospitalarias. Mágico el encuentro con amigas que hace tiempo no veía ni tenía cerca. 

Mágicas las eventualidades: clase de yoga en medio de un parque por el que camino, liderada por Hatha Yoga estudio; meditación en un sitio privado, escritura matutina, lecturas en una hamaca blanca. 
Algunas visitas también mágicas para ir a hacer el circuito de turismo propio de la zona, como es el caso de los termales de Santa Mónica y allí pasar el día, sumergida entre los olores y calores, del agua que sana. Mágica, la caminata hasta la Laguna de Ubaque... 


Mágico poder saber con el cuerpo que justo este escenario y tiempo, era lo que necesitaba. A quienes digan, la vida no sabe, les insisto: La vida sabe. Ella nada más, espera la oportunidad de sorprenderte. Siempre está dispuesta y abierta. Confía.

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