Donde quiera que voy encuentro mujeres que luchan. Y entre las que migran a otro país (de manera legal o ilegal) la lucha siempre implica una tensión entre la realidad que se deja y la que está por ser construída. Se van de sus países de origen buscando mejores oportunidades, una buena calidad de vida, seguridad, certeza económica. Muchas van persiguiendo el sueño americano. Pero existe? Se habrá vuelto mejor, una pesadilla?
En otros escritos de este mismo blog he dicho que Estados Unidos de norteamérica, se encuentra al borde de una gran hecatombe en lo que se refiere a su tejido social y de valores humanos. http://sandraoye.blogspot.com.co/2015/09/la-cultura-en-la-que-no-nacimos-parte-3.html . En lo económico retomando palabras de uno de los candidatos actuales (contienda 2016) a la presidencia B. Sanders, sin duda, el momento presente es el reflejo de "un colapso de la clase media estadounidense".
Pero bueno, sin tonos apocalípticos, volvamos al tema. Estas mujeres que migran, con crisis o sin ella, allá son las mujeres tercas, luchadoras, las que se empeñan en agarrar un pedacito del sueño americano. Y desde espacios como un call center, un apartamento o casa de lujo de los barrios elegantes de Miami, se "agarran" a él cual gatas bravas.
Estas son algunas historias que me llegaron en este viaje en el que pasé mucho tiempo movilizándome en el transporte masivo de Miami ( metrorail, metromover, troley, bus, etc.)
Una mujer de más de 50 años originalmente de Perú, que lleva más de 20 en este país, entra al metro rail (versión elevada del tren subterráneo) con una bolsa de papel en la que sobresale una crema de manos Lubriderm. Con el tema de la crema, le pregunto que cómo se siente en este país. Y me comparte que aquí las cosas son muy distintas porque hay que trabajar mucho, muy duro. Sin embargo, dice, "algo se logra". "Aquí no es como en nuestros países que si uno no puede pagar la renta, habla con el dueño, le explica, le llora y él le da a una, un compás de espera. Aquí si se atrasa uno con las cuotas, le dan un tiempo en el que los intereses van sumando y al mes si sigue sin pagar, la desalojan. Ahí entonces, la clave es organizarse con el dinero". Todo cuando se vuelve una contravención de orden económico o que afecte el bolsillo pues, obliga a ser responsable y a no dejar de cumplir. El tema clave aquí es que en Estados Unidos, la ley, el contrato, la norma, se cumple. Cuando no, tiene consecuencias.
Una mujer de más de 50 años originalmente de Perú, que lleva más de 20 en este país, entra al metro rail (versión elevada del tren subterráneo) con una bolsa de papel en la que sobresale una crema de manos Lubriderm. Con el tema de la crema, le pregunto que cómo se siente en este país. Y me comparte que aquí las cosas son muy distintas porque hay que trabajar mucho, muy duro. Sin embargo, dice, "algo se logra". "Aquí no es como en nuestros países que si uno no puede pagar la renta, habla con el dueño, le explica, le llora y él le da a una, un compás de espera. Aquí si se atrasa uno con las cuotas, le dan un tiempo en el que los intereses van sumando y al mes si sigue sin pagar, la desalojan. Ahí entonces, la clave es organizarse con el dinero". Todo cuando se vuelve una contravención de orden económico o que afecte el bolsillo pues, obliga a ser responsable y a no dejar de cumplir. El tema clave aquí es que en Estados Unidos, la ley, el contrato, la norma, se cumple. Cuando no, tiene consecuencias.
- Una mujer de no más de 40 años, de Bluefields, región de la costa de Nicaragua, me comparte que ella viaja por temporadas a Estados Unidos y trabaja en lo que lo que puede. Con esta mujer me pasa algo curioso y es que, nos encontramos dos veces en el mismo recorrido de bus, saliendo de Miami Beach al centro de la ciudad. Con dos encuentros, logra contarme mucho más de su historia. Por lo que entiendo, lleva en esa rutina de ir por temporadas a Miami, varios años y ya en el último ingreso sintió que el oficial de inmigración le hizo la pregunta de cuánto tiempo va a permanecer, con cierta ironía, mientras le solicitaba el tíquete de vuelta a su país. Ella sin dejar traslucir temor, respondió, "hasta cuando usted me quiera dejar estar". Ha sido mucama en cruceros por períodos y actualmente es empleada de servicio doméstico de una familia rusa. Lo que es por su formación, codificadora de medicamentos en el sistema de salud de su país, le permitió trabajar por un tiempo allá en Nicaragua. Luego estudió algo adicional en el tema de salud mental, pero no ejerce ahora. Está pensando en ir la siguiente temporada a Panamá, donde tiene una hermana, a trabajar en lo que resulte. " Allá en un mes me gano lo que me gano en una semana aquí, pero no importa porque voy a estar más acompañada". Su entretenimiento para cuando tiene tiempo libre es tomar el bus y dar la vuelta en él hasta un centro comercial donde desciende, compra algo de comer y regresa a su casa.
Con estos relatos podría entrar en el estado reflexivo sobre la cultura y el orden ( en el primer relato) o en toda la disquisición de qué es lo que pasa con nuestros países que no pueden absorber sus ciudadanas con títulos y formación profesional, ofreciéndoles empleo con remuneración digna y justa (segundo relato). Pero, no. Prefiero terminar contando que en los encuentros con otras mujeres, amigas, la sensación que tengo es que están en este país por decisión. Arriesgan porque encuentran más sentido estar en un sitio que aparenta ser más seguro que nuestros países y con mejores ingresos ( la idea de seguridad en Estados Unidos, me parece un poco extraña. Viven en condominios con muros, entradas controladas, radiopatrullas que vigilan o rondan la propiedad cada determinado tiempo, pero igual, pagan a una empresa que de manera remota vigile aún más lo que está pasando con sus casas. Igual no pueden espacar del loco que en el mall decide hacer justicia divina o a quien llega a la secundaria a matar en medio de qué alucinación, vaya usted a saber ).
En el camino a este sueño, estas mujeres, van tejiendo sus propias neurosis y su historia. Pero quién no? Verlas, saludarlas, conectar momentáneamente con ellas por el puro placer del encuentro alrededor de una taza de buen café, es un milagro. Se siente algo así como un evento raro, como cuando un eclipse solar total sucede... porque el tiempo de vivir el mundo de las relaciones, se achica, en la medida que tienes que estar produciendo. Y con la producción, viene el consumo...bueno, es otro estado reflexivo en el que no quisiera entrar.
Mi pensamiento de cierre es que las mujeres no paramos de luchar, no nos damos nunca por vencidas.
En el camino a este sueño, estas mujeres, van tejiendo sus propias neurosis y su historia. Pero quién no? Verlas, saludarlas, conectar momentáneamente con ellas por el puro placer del encuentro alrededor de una taza de buen café, es un milagro. Se siente algo así como un evento raro, como cuando un eclipse solar total sucede... porque el tiempo de vivir el mundo de las relaciones, se achica, en la medida que tienes que estar produciendo. Y con la producción, viene el consumo...bueno, es otro estado reflexivo en el que no quisiera entrar.
Mi pensamiento de cierre es que las mujeres no paramos de luchar, no nos damos nunca por vencidas.
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