Octubre 20, 2007.
Aquí estoy en la Bahía de Tela visitando por primera vez el mar hondureño. En un sitio ecoturístico conocido como San Juan. En plena zona de negritudes que aquí se denominan garífunas. Nuestra gente chocolate es igual en todas partes. Los cuerpos grandes, la mirada con cierta desconfianza. Don Tongo, el propietario del lugar, ofrece cabañas y servicio de comidas. En la bahia de Tela, en la playa San Juan, el mar es suave, las olas no muy grandes. En mi memoria está la imagen de las playas del Parque Tayrona en la costa norte colombiana y casi que al unirlas dan la misma silueta: mar claro, azúl verdimarino, olas de encaje semigrueso y arena blanca finísima casi polvillo.
La salida no ha tenido el sol que nos acompañó toda la semana. Irónico. Es muy grato, estar aquí y rebobinar mi deseo de mar de hace tan poco tiempo, cuando me congelaba de frío en Bogotá. Me siento afortunada. Un baño de mar largamente deseado que se realiza con pausa. Seguiré deseando bien para mí y para otros y otras. Extraño a Javier, a mis viejos, mis panas y hasta a mi gata Fortuna Antonia. ¿Cómo irán tod@s? Espero que muy bien y que también sus deseos se estén cumpliendo en estos días.
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