Tuve que salir del país y volver a entrar para poder obtener un permiso nuevo de estadía por 90 días en Honduras. Mi viaje fue a Miami, Florida, en los Estados Unidos porque mi visa norteamericana me facilitaba todo. Es increíble como la vida sin visas, se nos complica como colombianos, en esto de cruzar las fronteras, de países hermanos. Aquí en Centroamérica, no puedo moverme fácilmente, a los países vecinos porque todos exigen visa a los colombianos, a excepción de República Dominicana y Panamá. Siempre hay una potencial complicación, cuando se viaja con un pasaporte colombiano; o al menos, una tensión en los cruces de fronteras. Aunque aquí en Honduras, en las dos ocasiones que he entrado ha sido más bien suave.
Miami estuvo de lo más sosa, sin sobresaltos y un poco a la buena del ritmo de la familia Colorado, mis anfitriones. Hubo un poco de compras, nada de rumba y más bien un ir a ninguna parte. Estacioné en un suburbio o ciudad del sur de Miami, llamada Winchester. El mar no lo ví ni en las curvas.
Me oxigené un poco con el aire contaminado de las autopistas y los highways de esta ciudad para aterrizar ayer de nuevo en la realidad de El Progreso y retomar los hilos de la organización, con sus rutinas, problemas y planes. Pero vengo con la actitud, que no habrá problema que no se solucione ni plan que no se cumpla o transforme en uno mejor. Siento el camino abierto.
Al ver los paisajes desde el avión, los de salida de Miami y los de llegada a el Progreso, sentí el contraste. Un paisaje de avenidas, construcciones, montón de autos por uno de plantaciones de banano y palma africana milimétricamente trazados. Caminos rurales en vez de autopistas. Rios y quebradas en vez de canales y barcos. Honduras es verde. Me impresiona que en cuestión de 2 horas y 5 minutos, las geografías sean tan diferentes, las condiciones de vida de las personas tan opuestas, como opuestas las visiones de desarrollo. Supuestamente allá está el primer mundo y la primera potencia, y aquí .... el otro mundo, que no considero sea ni segundo ni tercero, sino sencillamente otro. Dos realidades que coexisten.
Veo al aterrizar en el aeropuerto de San Pedro Sula, los terrenos quemados alrededor de la pista como heridas en la piel de la tierra. Pienso que quizás esto también son las autopistas de la Florida.
Regresé el mismo día que el comandante Fidel Castro renunció a su cargo en Cuba. Y hoy para completar hay eclipse total de luna. Fenómenos inesperados en una misma semana entre dos mundos.
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