lunes, 8 de enero de 2018

La familia y las fiestas decembrinas

Pasando las festividades y las cosas retornando a la normalidad, el FaceBook lleno de mensajes, la cabeza llena de recuerdos de buenos y no tan buenos momentos, provoca una reacción en cadena de alcances planetarios. Es necesario entonces empezar este ejercicio de la escritura como un viaje interior en el que colocamos alguna perspectiva a lo que se ha removido dentro.
Entonces empezando por los mensajes de la red social, no sé si es la más popular, pero la única en la que he aceptado participar, aparece un texto que cito en mi versión personal, " Lo que la persona piense o sienta de ti, no lo puedes cambiar, así que no lo intentes. Por eso, vive tu vida y sé feliz". Sabiduría pura? Frase manida que se escucha por todas partes? Otra manera de sencillamente decir, vive y deja vivir? Quizás. En fin, la usaré como trampolín para la reflexión inicial sobre la familia que se desató, después de compartir unos buenos días con parientes que no veía hacía un buen tiempo. 
Las personas de tu familia, se han fijado en tu memoria a través del tiempo y cada nueva oportunidad de encuentro, lo que genera, en mi manera de ver las relaciones, es la química para reforzar lo que pensamos o sentimos de ellas, o para sencillamente, agregar detalles, a ese trazo general que constituye lo que conocemos como hermana, tía, madre. 
Los detalles pueden darse con una brocha inquieta y gruesa como la de un pintor de brocha gorda o con aquellas finas pinceladas aplicadas de manera sistemática para crear un efecto puntillista que enriquece la visión del conjunto. Y son estos momentos de intercambio de risas, angustias, palabras como los de las fiestas decembrinas, que nos vamos viendo en un marco de referencia familiar, con unos rasgos particulares que ratifican lo que ya hemos intuído. En mi caso, el buen humor y la beta irónica corre en mi linaje, el gusto por la buena mesa, como el gusto por los licores fuertes y suaves, viaja en las venas de la familia, los estilos de vida que se desarrollan entre los miembros de mi clan, pasan por los sanos, no tan sanos, los santos y los no tan santos... risas. Y así, poco a poco, surge la noción que el tiempo entero algo que se ha puesto tan de moda en estos tiempos, las constelaciones familiares (terapia sistémica para encontrar los nudos que nos mantienen atrapadas en el patín del pasado, repitiendo historias y conflictos generacionales), está en acción minuto a minuto. 
La vida familiar es un permanente "performance" de escenas en las que volvemos una y otra vez a reconocernos con las mismas dosis de humor, drama y comedia - o debo decir, tragicomedia - a las que nos hemos venido acostumbrando y que constituyen, por eso, nuestra zona de confort o , en otros casos, nuestra zona de guerra. 
Y al final del "performance", escena Shakespereana, Albeena o al buen estilo "país paisa", lo único que te queda por concluír es: tu madre es así, tus tías son así, tu hermana, igual, es así. En estas constelaciones familiares nadie se encuentra jugando su rol, gratuitamente. Allí están tus espejos, tus motivos de indagación sobre quién eres, y si observas más allá de lo aparente, alcanzas a ver el hilo que une y separa tejiéndose infinitamente. Casi puedes ver la cadena del ADN circulante... así es la familia. La que nos regaló la vida, la que hay que agradecer, aceptar, amar y claro, en su momento, dejar ir con una sonrisa.



No hay comentarios: