sábado, 6 de mayo de 2017

Entre basílicas, museos, pirámides y ...más (Segunda parte)

México y su capital, está llena de museos. De acuerdo a las cifras proporcionadas por los servicios de turismo, después de Londres, es la ciudad que cuenta con el mayor número de museos en el mundo. Y esto ya hace que la visita obligada a algunos de ellos, sea parte del recorrido.
Los museos siempre han sido espacios sagrados para mí. Me siento cómoda caminando en ellos porque a través del énfasis que tengan, me puedo comunicar con la propuesta creativa, la historia o la huella de alguna cultura pasada o de algún personaje. Me encanta su silencio.
Obvio la intención no es describir en detalle las visitas. Sin embargo, me parece interesante señalar que hicimos un trayecto en el sector histórico para ver el del Templo Mayor, otro en el Bosque de Chapultepec, y allí, encontramos, el emblemático Museo Nacional de Antropología, así como el Nacional de Historia. Visitamos así 3 de los 5 más interesantes, y algunos otros, menores, como el que se encuentra en el Antiguo Colegio de San Ildefonso o en la casa museo de Frida Kahlo.
Aunque creo oportuno aclarar que no hay esta categoría de museos mayores o menores.

Una mirada desde un corredor en San Ildelfonso

Vista del Templo Mayor desde la terraza de la cafetería/restaurante de la Porrúa, Librería a 21,08 grados C.



Al caminarlos  noté varias cosas: Una, sentí que estaba haciendo inconcientemente el inventario de cuántas piezas representaban figuras femeninas y cuántas masculinas. Dos,en nuestro peregrinaje - en plena Semana Santa desafortunadamente- y al ir al Museo Nacional de Antropología, el cual ya conocía, hice lo que todo el mundo: llegar a la Piedra del Sol o Calendario Azteca a tomarme la consabida foto...cuando ya casi iba de salida de la sala, me devolví con mi acompañante porque sentí que no había "visto" realmente nada. No había detallado de qué se trataba este monumental cúmulo de información indescifrable que merece una pausa y emoción más compleja que la  de llegar, pararse y tomarse la foto frente a ella. Tres, me llamó la atención como la mayoría de las figuras se encontraban sentadas casi que se podría decir, en postura de meditación o loto. Las figuras de pie, contaban como la minoría de las que se ven. Por eso me interesó registrar a una de las pocas figuras femeninas que encontré y que en el identificador decía que correspondía a una mujer noble.
También existía nobleza y jerarquías en las culturas pre-hispánicas.


En cuanto a la casa museo Frida Kahlo, que ya conocía, me dejó impresionada porque en mi recuerdo anterior no ubicaba tantos cuadros en el lugar, ni tampoco una exhibición de los vestidos que usaba la pintora. Allí en los jardines de la famosa casa azúl, imaginaba la presencia etérea de Frida y Diego.



La casa se sintió más grande que antes, los espacios más monumentales y mejor mantenidos. Será por eso que ahora todo lo cobran? La entrada, tiene un valor. Si tomas fotos, otro. Ni que decir si videograbas o pides una visita guiada. 


Entré armada de mi lapicero, libreta de notas y claro, mi celular. Un pequeño escritogarabateado de afán, aquí.

  • Estás en rosa, la mirada vacía de la luz que siempre la acompañaba y brillaba ante lo insólito, lo mágico, lo único e inútil  de esta existencia extraña, quizás anodina.  Estás como una máscara, inmóvil. Las joyas y las flores inauguran el horizonte inacabado de un gris prestado al tedio de los días. Frente a "Autoretrato en Detroit", obra inconclusa de 1932.

Otro día, en el Palacio de Bellas Artes, la sorpresa fue la exposición " Pinta la revolución", para la cual tuvimos pases de cortesía. En ella, encontré el autoretrato en la frontera entre México y Estados Unidos, 1932.
Vista del Palacio desde torre Sears cortesía de Angela Medina D.




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