viernes, 10 de noviembre de 2017

El arte de estar de paso o de hacer tu práctica de yoga a borde de cama

El alojamiento más económico en otro país para mí, son los hostales. Ahora parece ser que ha llegado Airbnb para hacer un cambio y aprovechar el mercado de viajeros y viajeras que quieren esquivar la tiranía de las estrellas de los hoteles. En una etapa de este viaje, quizás,  estaré iniciándome en el uso de este este servicio pero por ahora, regresé, a Chez Lagarto. 
La sensación de estar compartiendo la habitación, el aire, la energía y el baño con personas,  la mayoría de ellas, jóvenes viajeras, que al otro día para después del desayuno, habrán emprendido el camino, es un poco bizarra y a la vez, emocionante. Alcanza uno en la brevedad de estos instantes en que los caminos se cruzan a compartir un poco la cultura (y neurosis) de otros países. Las primeras noches, escasamente las personas a mi alrededor, devuelven el saludo que les hago. Luego, vino una "turma" de jóvenes brasileras, ansiosas por llegar a los lugares de fiesta y luego, a la playa de Punta del Este, para pasar el fin de semana entre el vaivén de las olas y la horda de chicos que imagino estará también en plan "conocer-chicas-viajeras-ansiosas". 
Anoche fue un poco distinto. Llegó a la habitación 102, una joven de Ecuador y una mujer mayor de Brasil. La joven de Ecuador, quien tiene una agenda apretadísima ( horror!!!), llegó de madrugada, tomó un bus a Punta del Este, pasó el día allí y en la noche, se vino a despedir de Montevideo porque va rumbo a Buenos Aires. Ella y otra joven brasilera que también está en planes de viajar a primera hora, pero a Santiago de Chile, hacen equipo para irse a tomar unas cervezas a un club cercano. Me quedo conversando con la señora del Brasil que se llama María, a la que le pregunto que a dónde irá después. Ella me sonríe y contesta que está en Montevideo para conseguir trabajo. Lleva ya varios hostales visitados y de aquí, va a otro y así pasará, hasta que consiga un alojamiento más permanente gracias al hecho de conseguir un empleo.
Algunas estamos de paso; otras, están buscando dónde quedarse quietas por un tiempo y establecerse para empezar de nuevo.
Igual María apenas sabe que viajo a Brasil, se emociona con lágrimas en los ojos y de inmediato reconozco las señales de la nostalgia de patria (o matria) cruzando su rostro. Esto es algo que pedí ayer durante mi práctica de yoga: observación y atención plena. Y entonces aunque siento que quisiera darle un abrazo, me cohibo y decido darle una sonrisa, nada más.
Igual el abrazo sí lo pude dar. El episodio que dio origen a este gesto, tiene que ver con la joven ecuatoriana. Ella salió de rumba y bueno, se acostó sin saber exactamente dónde dejó su celular. Al amanecer y ponerse en movimiento como un resorte de su cama, empieza a buscarlo y no lo encuentra. De inmediato entra en pánico. Empieza a preguntar que quién había salido de la habitación, qué por qué no buscábamos... en plena tranquilidad, le digo, "busca que seguro lo tienes por allí o se cayó de la cama". Ella insistiendo en su estado de desesperación despierta a todo el mundo del cuarto y baja a la recepción. 
No le hago caso y bueno, sigo en mi operación organización de cama. Al ver que se empieza a "salir de sí misma", le digo: "tranquila, no será que lo pusiste dentro de la funda de la almohada?". Cuando llegan las chicas de la recepción, ella encuentra su aparato exactamente donde le dije y de nuevo vuelve a estar en sus sentidos como antes. Yo la veo con el rostro enrojecido y apenada, entonces, voy le doy un abrazo y le digo: " esto a todas nos ha pasado".
Gloriosos días de la prisa idos!


No hay comentarios: