Es alucinante. En este fluir del espíritu viajero que me acompaña, apenas abro los ojos en el cuarto del nuevo hostal donde tuve que escampar porque Che Lagarto estaba "full", veo una nueva forma, una persona envuelta en un edredón a cuya primera vista e impresión parece una oruga gigante. No supe a qué horas llegó. Sin embargo, un rato después conozco o reconozco quién es. Adriana Caballero, mexicana, viene a una estancia académica en Montevideo con la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República. Es bioquímica y docente. Está en el tema de alimentación saludable y sustentabilidad.
Hacemos equipo de inmediato para salir a pasear por los alrededores. En las horas de la tarde, tiene una actividad en la facultad y me dice que si la acompaño y de inmediato acepto porque me parece interesante.
Después de descifrar el bus y la ruta que nos lleva hasta allá, termino sentada en una reunión entre Adriana y Beatriz, en las que las dos se ponen de acuerdo y coordinan las agendas para la estadía de Adriana. Agroecología y alimentación saludable son los ejes principales de la conversación. Huertas escolares en lugares como las escuelas públicas y otros más complejos, como en cárceles, barrios de la periferia, comunidades rurales. Hasta me entero que hay una red de huertos internacionales . Y una cosa conduce la otra, hay una conferencia dictada por otro mexicano de la misma zona de Adriana, Chiapas, y entonces me quedo a escucharlo.
El tema de Antonio, quien es geográfo y docente en el Colegio de la Frontera Sur, gira en torno a innovación social y a la complejo que resulta, adelantar prácticas sustentables en cualquier área cuando las personas no se comprometen con la continuidad de las ideas una vez los financiamientos para emprenderlas, se acaban.
Muchas ideas se cruzaron en la hora y media que duró la charla. Entre ellas se me vino persistentemente a la memoria, la idea con la que abrió otro conferencista, otra charla, que no tiene que ver con el tema, pero bueno, todo tiene que ver aunque no parezca. Jhon Paul Lederac, el canadiense que en alguna oportunidad escuché hablar sobre transformación del conflicto...esa es otra historia...
Por el momento, con Adriana concertamos hacer algo de turismo en sus momentos de libertad de la agenda con la Universidad y cocinar una noche en su hostal y otra en el mío para rebajar los gastos de alimentación. Aquí es cuando siempre llego a la conclusión que la unión hace la fuerza.
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