sábado, 8 de diciembre de 2018

El grito...no el de Munch, sorry



"Estoy vivo" grito de habitante de la calle
Cali, Colombia, mañana de un día de Diciembre, 2018

Qué manera de despertar! Qué buenos días tan fantásticos! Este ciudadano desconocido, este habitante de la calle con una apariencia de días y noches a la intemperie, este hombre quizás con una vida llena de drama y desesperanza, me levantó de todas mis muertes y silencios con su grito.

La mañana era cualquiera, el día irrelevante. Pero este grito-constatación-himno de la alegría de estar vivos, me modificó a un nivel superficial y profundo. Y cuando digo profundo, quiero decir, celular. Empecé a sonreír y después, a notar, a mirar, a percibir que todas las personas a mi alrededor estaban vivas!!! Imaginé en un segundo, como dando un parpadeo, que se formaba un gran, un multitudinario “flashmob”[i], entre esa masa amorfa de rostros apresurados caminando en modo zombi hacia la estación de transporte. Los vi levantar las manos y empezar a gritar, “estoy vivo”, “estoy viva”, tratando de alcanzar la intangibilidad del goce que comprimen estas cuatro letras, V I D A.

El caminar los días después del grito, empieza a aclarar que hay personas vivas de personas vivas y clases de vida. Unas están como la abuela de este video, empezando a vivir a los 65 años sus sueños (https://www.facebook.com/hostelworldespanol/videos/2019335591415273/). O están los que viven soñando mientras viven y sueñan. Y hay los pregoneros de la existencia. Los que aplauden entrar en un estado de conciencia para reinventar  esto que hemos llamado vivir.

¿Estamos realmente vivas en medio de las formas de vivir adoptadas y con los estilos de vida a las que nos ha lanzado nuestra cultura  y sociedad? No quiero calificarla con las principales etiquetas del feminismo: patriarcal, neoliberal y racista. Digamos la cultura y la sociedad occidental, la consumista, la que conocemos, en aras de evitar la elucubración sesuda sobre si en esta cultura, es el género, la raza, la clase social, la que nos oprime y por allí mismo, nos divide, nos excluye y nos vuelve, objetos vacíos de subjetividad o impostoras de subjetividades mediatizadas por la tradición, las costumbres y las revistas de modas... ufff!  

La sociedad y cultura occidental y consumista a la que vinimos a sumar y a la que debemos “adaptarnos”[ii], el ejercicio de vida que propone es uno donde al parecer llegamos a “quemar” etapas y a “encajar” en moldes pre-concebidos; a ser funcionales, productivas, a alcanzar “picos” y “metas” para luego empezar a descender en la escala hasta llegar -si es posible-, a nuestra “madurez”, para recordar -si el alemán deja-, lo vivido. Porque el viaje se acaba, la vida es finita, el show termina.

Algunas personas podrán considerar estas palabras muy toscas o rudas. Otras muy francas. En realidad, el no-propósito de este escrito, es, como el hombre que despertó mis sentidos y abrió mis canales para fluir en un ritmo distinto con un grito. 

Vivir por vivir, no se vale. Vivir para vivir, como Serrat cantaría, sí. Vivir para equivocarnos, para caer, para levantarnos, para des-adaptarnos, para des-limitarnos ( juro no estarme robando ningún slogan de alguna publicidad de telefonía celular, Je!), repito, para des-limitarnos de las visiones que la cultura y la sociedad nos han impuesto, podría ser una mejor oferta que no-tener/ser vida, mientras vivimos.

Estamos vivas! ¿Estamos vivas?

La voz de la sabiduría, " El vivir intensamente es el viajar", Kandy, Abuelita mochilera.


[i] Flashmob de acuerdo a san google es “ una reunion grande pública en la cual personas actúan en un acto inusual y aparentemente improvisado y luego se dispersan, el cuál es tipicamennte organizado por medio del internet o los medios/redes sociales”.
[ii] Siempre recuerdo la palabra que se usa para describir a personas como el señor gritón que inspira esta entrada: desadaptado social; y me viene enseguida a la memoria la frase de Krishnamurti, “ No es sano estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.



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