Nápoles es desorden y caos. Algunas de sus calles,
los rincones de los callejones, las escaleras que conectan partes bajas con
altas de la ciudad, a veces, parecen lugares por donde no ha pasado alguien del
servicio de basuras de la ciudad en meses. Cuando comento esta percepción, Eli
me amplía y brinda un dato que ignoraba. Nápoles ha tenido en años recientes,
problemas bastante serios, en el tema de disposición y manejo de los desechos
y basuras.
Nápoles es arte. La emoción más
intensa la tuve ante la escultura de un Cristo descendido de la cruz envuelto en un velo que parece hecho de luz sobre el cuerpo; la obra del escultor Giusseppe San Martino se encuentra en
exhibición en la capilla museo de Sansevero. Esta obra, era para mí, la atracción más importante para visitar estando en
Nápoles. Un hito del viaje. Y allí, otra vez después de perdernos un poco,
estuvimos haciendo la fila que, nos permitió disfrutar
de la visión magnífica de esta escultura (ingreso 7 €). Valió la pena dar tantas
vueltas para encontrar el lugar porque es una obra de gran belleza. Y como
siempre me pasa ante lo bello en los museos, mis pies se vuelven pesados como de
cemento y me juegan la mala pasada de no poder ni querer avanzar más
allá. No permiten tomar fotos en la capilla museo, así, que tienes que aprovechar y mirarla bien, mirarla mucho y llevártela retenida en los ojos para que luego vuelva a aparecer una y otra vez
al cerrarlos.
Nápoles y sus alrededores, son naturaleza. La visita a Capri, lo confirma.
Salimos para esta isla de esplendor y contrastes, rodeada de un mar
generoso en azules y de un paisaje escarpado, en un ferry (pasaje ida y vuelta,
43 €). Cuando empiezas a recorrerla a pie, después de tomar un teleférico o
funicular que te sube a la parte alta de la ciudad, empiezo a sentir que es un
destino sofisticado. Las tiendas de los diseñadores de moda están sobre la
calle principal y hay personas, vestidas elegantemente, haciendo el shopping a más de 30 grados a la sombra, como si estuvieran en la 5ª avenida de Nueva York . Es también el sitio donde si quieres comer donde las personas locales lo harían,
tienes que buscar por los vericuetos en la parte más poblada hasta encontrar,
por ejemplo, un pequeño sitio, llamado Capri Pasta, en la Via P. Canale 12, a
disfrutar de un bocado o llevarlo para comer en otra parte. El problema es
encontrar dónde. Es complicado porque está prohibido que en Capri el turista
regular, al que le gusta ser informal, el que se sienta en los andenes o en los
muros a tomar un refrigerio, así lo haga. Desentona entre tanta distinción y opulencia.
Ja!
La parte de la playa disponible no luce muy
atractiva. En vez de arena blanca, hay piedras. Los vestidos de baño se
quedaron sin ser usados.
Sin embargo, encontramos un club deportivo y acuático,
donde las personas mayores, se tienden al sol en sillas de madera, sin ningún
temor del cambio climático. Lo que llama la atención es encontrar un mensaje de educación ambiental, relacionado con los materiales y su tiempo
de degradación en el planeta, en un rincón de la playa. Contrasta un aviso así, en medio de Capri, al recordar algunos puntos, que lucen como verdaderos basureros, dentro de la ciudad de Nápoles. Continuará.
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