jueves, 1 de noviembre de 2018

En espiral siempre, Luisenpark


Octubre 08, Luisenpark.

Un oasis de quietud, silencio, tranquilidad para la ciudad y sus habitantes. Eso es Luisenpark. Vida animal y jardines ornamentales de exquisito gusto, complementan esta especie de Central Park de Mannheim. María vino, me invitó a entrar y se fue alrededor de las 11:25 a.m. a trabajar. 


Después de darme los “hints” o puntos clave de la experiencia Luisenpark, y de contarme brevemente que el nombre es así, en honor a una princesa de Prusia, Luise Marie Elizabeth, María me deja. Es un día de trabajo para ella y de exploradora para mí. Quedo instalada ante una taza de capuccino – me he vuelto consumidora entusiasta después de mi paso por Roma- y una  porción de torta de zanahoria.

Luisenpark es una obra construida gracias a la  donación base de un científico y es diseñada por Heinrich Siesmayer. También es uno de los sitios que aparece en “must see”, o, “debes ver” en Mannheim de acuerdo a la guía de Tripadvisor.

Pienso en cómo enfrentar la aventura y lo lógico, es, desde un mapa que tengo al lado, utilizando la taza de capuccino como punto de referencia; desde su aroma, ir encontrando las atracciones principales desde lo más cercano a lo lejano. Luego lo instintivo me dice que hay que trazar la estrategia de la espiral, convirtiendo en salida de ella, alguna de las puertas que me dejen cerca del tranvía que debo tomar de regreso a la casa de María. Decidiéndome por combinar ambas estrategias, me lanzo a desenmarañar los alrededores. Poco a poco, me doy cuenta que estoy en un parque “todo en uno”: es jardín botánico, acuario, mariposario, mini-zoológico, lago de botes automatizados (es decir, sin conductor), y, no sé cómo llamar a esta parte, ¿estimulario-sensorial?…más adelante explicaré. 






Mariposario, acuario y jardín botánico, ya vistos, me desvío un poco para encontrarme en una zona donde hay monos y pájaros exóticos encerrados. Frente a ellos, recuerdo que soy alérgica a las jaulas. No son para ningún tipo de ser no humano o humano. Esto me ha hecho descartar de cualquier viaje como punto de visita, los zoológicos.

Los dos sitios finales para encontrar son, el Chinesischer garten mit teehaus, o una casa de té china, y, el Klangoase. Entusiasmada con la idea de un té me apresuro hacia ese rumbo, con la posibilidad incluso, de almorzar en el sitio.







Cuando llego está cerrado. Igual, disfruto de la arquitectura y decoración del lugar y de los jardines alrededor con sus esculturas.







Las esculturas tienen información para personas con discapacidad visual
Klangoase es mi parada final. La sorpresa es absoluta cuando en un recodo del gran parque, encuentro, las sillas cómodas donde se puede una extender y disfrutar aún del verano tardío, en cualquiera de las zonas verdes que ya he transitado, nada más que aquí, los árboles alrededor tienen un sistema de sonido integrado. Hay música clásica e instrumental, en este rincón del parque, brotando de los árboles. 

Me siento-acuesto y entro en profunda relajación hasta dormirme, no sé por cuánto tiempo. 

Al dejar Luisenpark, pienso/siento que todo día de caminar y más caminar mientras viajamos, debería terminar con un tiempo de  Klangoase

Si en la Selva Negra tuve un baño de bosque, aquí en Luisenpark tuve un baño de espacio verde bien diseñado y de estimulación sensorial integral en un solo parque. No olviden: siempre hay que mirar para arriba a ver qué sorpresa está esperando!.




1 comentario:

Unknown dijo...

Que bien prima. Muy bueno el artículo sobre el lugar, hay mucho para ver. Felicitaciones. Feliz estadía.